ESPECIAL

52 7 13
                                    

Twila se dejó conducir pacientemente entre las pasillos que exhibían la demostración de arte de aquella galería.

—Yyyyy... ¿a dónde vamos? —le preguntó al hombre peliazúl que iba al frente.

—No seas impaciente —le respondió Will Shane con una sonrisa, intentando controlar lo condenadamente nervioso que estaba.

Twila rodó los ojos. No estaba especialmente paciente esa mañana. Y lo estaría todavía menos si Zip no conseguía que le autorizaran su primera gran excavación en Venecia.

Siguieron caminando un poco más hasta que llegaron a un lugar en el que Twila pudo ver a bastantes personas pintando sobre enormes lienzos.

No hizo preguntas, pero aquello le pareció extraño.

Casi al instante de haber visto a aquellas personas, Will Shane se detuvo, se dio la vuelta, y con una sonrisa nerviosa, le dijo al mismo tiempo que hacía un movimiento con ambas manos para señalarle un sitio en concreto:

—Ya llegamos.

Twila miró sin mucho interés el enorme lienzo en blanco.

Soltó el aire, y con parte de la mala leche que traía ese día, respondió:

—¿Me trajo a una galería de arte a ver un cuadro en blanco? —le preguntó—. Que original —agregó con sorna.

Will Shane se puso más nervioso, pero no se preocupó. Ya había tenido tiempo suficiente para aprender a lidiar con el carácter de Twila. Con la ayuda de Eli, debía admitirlo.

—No a ver un cuadro en blanco —la corrigió él con ánimo—. Hoy es día para que futuros artistas demuestren su talento —le explicó.

Twila, con la misma expresión medio aburrida medio irritada, respondió con sequedad:

—Yo no soy una futura artista.

Will siguió sonriente.

—Tal vez no, pero tienes el talento. Y por eso... —caminó hacia un pequeño carrito cubierto con una manta que Twila no había visto antes. Se agachó sobre y ella, tomó la manta, y de un jalón, descubrió un buen número de pinturas y pinceles—. Te traje aquí. ¡Feliz cumpleaños!

Twila no compartió el mismo ánimo. Paseó la mirada del lienzo a Will y de Will al lienzo. Cerró los ojos. Respiró hondo y le respondió con toda la amabilidad que pudo encontrar:

—No era necesario.

Will Shane siguió sin ofuscarse. Sabía que Twila tenía un carácter difícil, y más si era con él.

—Tal vez no, pero no cumples veintidós años todos los días.

Twila sintió empatía por el gesto de Will, de verdad que sí, pero después de su pequeña discusión con Carlos no había tenido un buen comienzo de día.

—¿Entonces vine aquí a pintar un cuadro? Eli me hizo exactamente lo mismo hace más de tres años. ¿Qué se traen?

Esta vez fue Will quien rodó los ojos. Se acercó a ella, la tomó de los hombros y la acercó al carrito.

—No me discutas —la soltó y tomó unas prendas del carrito que luego le entregó—. Ve a cambiarte, Aurora me matará si te arruino esa ropa.

Twila soltó una carcajada.

—¡Esa es la actitud! —le respondió él palmeándole el hombro.

Ella volvió a rodar los ojos y antes de ir en busca del baño le sacó la lengua en un gesto infantil.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora