CAPÍTULO 29

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Eli no podía creer lo que estaba viendo. ¡Dakota estaba ahí parada frente a él! ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Y por qué Twila la había llamado "Gran Madre"? Mejor dicho, ¿cómo era que Twila la conocía?

Twila, y la que sabía que era su madre, salieron dejándolo solo en la sala junto con Dakota. Pero seguía sin ser capaz de moverse. ¿Qué estaba pasando?

Dakota sonrió, sabía perfectamente de la confusión que Eli estaba sintiendo.

—Sé que estás confundido, Eli. Pero no te preocupes, responderé a todas tus preguntas, es por esa razón que he venido hasta aquí.

Eli no entendía nada, e hizo un gran esfuerzo para preguntar.

—¿No... no entiendo, Dakota? ¿Cómo llegó hasta aquí? —movió la cabeza, confundido—. Y Twila, ella parece conocerla.

Dakota rio.

—Tienes razón. Si el cálculo normal de edad funcionara en Twila, entonces podría decirte que la conozco desde que tiene cinco años.

Eli abrió los ojos.

Dakota se tomó la paciencia necesaria para explicarle a Eli que ella era una Gema clarividente y con la capacidad de ver el pasado y futuro, y que había viajado a las Cavernas del Este al enterarse de los problemas que habían surgido con la llegada del Emperador. En Caliza ella ya no tenía ningún pendiente que cumplir, y si aún quedaba alguno, entonces todavía no era el momento de actuar.

—En cuanto tú, tu banda y el Campeón del Este lograron derrotar al Emperador, yo comencé a presentir la llegada de una persona a tu vida, que aparecería en cuanto regresaras a las 99 Cavernas, y también sobre el descubrimiento del secreto de tu padre. Tú habías hecho tanto por ese lugar que sentí que era necesario advertirte sobre su llegada y su posible consecuencia —hizo una pausa y dirigió su mirada hacia la puerta—. Pero jamás pensé que el secreto y la persona que conocerías se conectarían. Y mucho menos esperé que esa persona fuera Twila —regresó su mirada a él—. Ahora siéntate, Eli, y así estarás más cómodo para escuchar lo que tengo que decir.

Eli obedeció y se sentó en uno de los sillones, sin entender nada todavía. Dakota también hizo lo mismo, y comenzó a hablarle:

—Eli, cuando regresaste a las 99 Cavernas mis premoniciones me revelaron que conocerías a Twila. Desde que la conocí supe al instante que era mitad humana. Pero algo siempre me impidió ver quién era o fue su padre, es más, ni siquiera ella lo sabía. Yo lo descubrí varios años después cuando ella... —hizo una pausa, dudando si decírselo o no, y al final optó por no hacerlo. Eli lo notó, pero no dijo nada— ... cuando ella ya no vivía en Caliza. Creí que sería necesario viajar a Bajoterra y decírtelo yo misma, decirte quién era ella. Pero las Gemas seguimos estrictos protocolos que limitan el uso de nuestros poderes. No podemos usarlos a diestra y siniestra ni tampoco cuando se nos plazca, y más en este mundo. A nosotras las Esmeraldas no se nos es permitido revelar acontecimientos que alteren el curso de los acontecimientos, debemos dejar que ellos fluyan por sí mismos. Solo podemos intervenir cuando es necesario o cuando es algo que no llevará a un cambio severo. Así que no pude decírtelo —sonrió—. Pero no fue necesario. Tú mismo estabas presintiendo su llegada.

Eli no entendió.

—Tuviste sueños, ¿no es así? —preguntó Dakota.

Con todo lo sucedido hasta el momento Eli ni siquiera recordaba que tuvo esos sueños.

—Sí —respondió—. Pero creí que se trataba de otra persona.

—Lo sé. Pero Twila y Carolina siempre fueron la misma persona. Y en tus sueños ella no se presentó como una o como otra, tu mente estaba intentando decirte que era ella, que era Twila.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora