CAPÍTULO 72

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«O te destruirá por completo».

«O te destruirá por completo».

La nieve.

Todo se tiñó de rojo.

«Me traicionaste».

(...)

Se incorporó bruscamente, soltando un grito. Tardó un momento en recuperar el aliento. Trixie estaba allí, a su lado, dormida sobre el colchón improvisado.

Solo había sido una pesadilla. Se volvió a tender, fijando su mirada en el techo de la tienda en la que se habían refugiado los últimos días mientras esperaban que la tormenta se calmara.

La nieve cayendo y el viento resonaba ferozmente. El frío era capaz de traspasar los gruesos abrigos que habían logrado comprar, junto con sus provisiones y las dos tiendas que compartían entre dos. Por tanto, Trixie y él compartían una, y Kord y Pronto otra. Y sin embargo, le corría el sudor por la espalda.

—¿Estás bien? —oyó que murmuraba ella a su lado con voz soñolienta.

—Duerme, Trixie. Solo ha sido una pesadilla.

Ella levantó la cabeza, y la mata de cabello rojizo le cubrió medio rostro. Se lo apartó.

—¿Qué has soñado?

—Nada.

Ella sonrió.

—Mientes muy mal.

Él permaneció en silencio. Trixie extendió los dedos y acarició su hombro. Invitándolo para que confiara en ella. Cosa que se le hacía difícil cada vez que él se cerraba de aquella manera. Ante su retinencia se pegó a él y lo abrazó.

—Cuéntamelo —insistió.

—¿Por qué te preocupa tanto?

Ella guardó silencio un momento.

—Porque te has despertado gritando. Eso es
raro en ti.

Eli rio, melancólico.

—Ya me ha ocurrido antes —cerró los ojos. Al poco rato, dijo—: te vas a reír de mí.

—Prometo no hacerlo.

—Creo que ha sido una mala premonición. Desde poco antes de dejar Inglaterra he estado soñando con... escucho gritos, también detonaciones. Luego veo que la nieve se vuelve roja. Estoy seguro que algo anda mal porque también he soñado y recordado hasta el cansancio las palabras de Dakota: «Se convertirá en un aliado para ti, o te destruirá por completo» —hizo una pausa, como si siguiera recordando—. Al principio no sabía bien de quién o a qué se estaba refiriendo Dakota. ¿Recuerdas cuando me dijiste que era Tad? Pues lo consideré, pero ahora sé que él no tenía la intensión de ser mi aliado, sino mi enemigo. Con Twila consideré la misma opción, justo cuando la vimos por primera vez en el museo, luego cuando me tomó desprevenido en la mansión de los Croessus y en el cuartel de Blakk. Pero luego me desconcertó cuando me salvó de morir desangrado, y más todavía cuando supe que ella había sido Carolina, la persona que... en mucho tiempo, me hizo sentir que podía descargar mi frustración sin abrumarla. Twila y ella. Bueno, tú me entiendes, es muy buena escuchando y cuando tiene algo que decir es directa y sincera, franca, sin la necesidad de ablandar algo para hacerlo sonar mejor. Esa sinceridad es lo que más admiro de ella. Y también... Twila hizo que dejara de pensar un momento en algo que me había estado volviendo loco —inspiró profundamente. Se sentía realmente cansado—. En Bajoterra todos admiran a los Shane, pero también hay otros que los odian. Sé bien que nosotros tenemos responsabilidades, y algunas veces tenemos que hacer cosas que no se consideran moralmente correctas. Y cuando eso sucede... el daño que causamos es muy grande. Y odio eso. Odio las veces en las que mi familia tuvo que hacer algo así y fui yo quien tuvo que cargar con las consecuencias. Tuve que lidiar con el rencor de Blait porque mi padre lo dejó encerrado, tuve que lidiar con el odio de Blakk hacia mi padre, tuve que lidiar con el rencor de Twist por quedar huérfano. Y todos me han culpabilizado por algo que ha hecho mi familia —volvió a tomar aire—. Pero Twila fue la primera persona que no lo hizo, y es que ella tiene todas las razones para odiarme si tomamos el concepto de los demás. Eso sí, nunca me ocultó que siente rencor en contra de mi padre y de mi tío, también lo siente por su otro hermano y su madre, pero ella es diferente. Ella, a pesar de sentir rencor, no toma venganza, y menos con personas que no tuvieron que ver con lo sucedido. Por eso, en el fondo, sabía que Twila se convertiría en mi aliada. Y ahora lo entiendo. Dakota me dijo después que dependería de mí el que Twila fuera mi aliada o enemiga. Ahora sé que cuando Twila fue a Bajoterra solo lo hizo porque necesitaba algo de allí. Ella no tenía intenciones de siquiera acercarse a mí, fui yo el que se acercó a ella cuando le pedí ayuda con aquel libro. Y todavía así ella planeaba irse para asegurarse de que yo no supiera lo que mi padre y tío habían hecho, porque al enterarme de que ella existía y que éramos hermanos inevitablemente sabría que mi tio Gimo habría convencido a mi padre para que... bueno, ya lo sabes —suspiró—. A pesar de todo Twila se ha preocupado por mí. Y a pesar de no confiar en mí, me dio su ayuda incluso sabiendo que yo no le podía ofrecer nada que ella pudiera querer. Y al final, me dio mucho más que solo ayuda, también me dio su confianza y... su cariño. Y yo la traicioné y le robe la espada, que era la razón por la que Twila había ido a Bajoterra en primer lugar. Ahora ella me odia. Y tengo el presentimiento de que no me perdonará jamás, y tengo miedo de que cumpla alguna de sus amenazas. Ella es verdaderamente sincera. E incluso aunque no lo haga y yo consiga llegar hasta mi padre, siempre existe la posiblidad de que él ya no esté, y si es así... entonces también la habré perdido a ella y a lo que me queda de familia consanguínea. Tal vez por eso no he podido dormir en paz desde que dejamos Inglaterra.

—Eli. —Trixie lo miró con pena—. No sabía que tú no querías irte. ¿Por qué no lo dijiste?

Eli la miró. Trixie pudo ver el dolor que permanecía en él.

—Porque al mismo tiempo también deseo con todas mis fuerzas encontrar a mi padre. Twila se estaba demorando demasiado y me desesperé. Creí que cuando Twila leyera la carta que le dejé entendería por qué lo hice.

—¿Le dejaste una carta?

—Sí —suspiró—. Pero no creo que la haya leído. Cuando llegó estaba furiosa. Y si la hubiera leído y me hubiera perdonado, no lo sé, tal vez ya hubiera tenido noticias de ella. Pero no hay ninguna.

Trixie lo dejó de abrazar, se medio incorporó en el colchón, lo tomó del mentón y lo forzó a mirarla.

—Eli, no creo que ella te odie.

—No es lo que ella demostró.

—Estaba enojada, ya la conocemos y sabemos que le gusta que las cosas salgan a su manera. Creo que lo único que lastimaste fue su orgullo, nada más, ya verás que tendrás la oportunidad de arreglar las cosas con ella.

—¿Realmente lo crees?

—Estoy segura. Es una testaruda, pero sé que ella te quiere, a su muy extraña manera, pero lo hace. ¿Por qué entonces te habría salvado dos veces?

—¿Cómo sabes que fueron dos? —preguntó incorporándose de repente.

Ella sonrió.

—Digamos que pasabas demasiado tiempo con Twila. Eso me dio la oportunidad de platicar con Autora, y te digo que ella estaba algo celosa de ti.

—¿De mí?

—Sí, antes de ti el tiempo que Twila permanecía en Inglaterra era exclusivamente para Aurora.

—Ella nunca me lo dijo.

—Supongo que estaría avergonzada. Pero en ese tiempo ella me contó lo que Twila le contaba. Entre ellas, el cómo Twila te salvó de ese golpe en la cabeza en Ghana y tus pláticas nocturnas con ella.

Eli enrojeció.

Trixie rio.

—Tranquilo, no me detalló demasiado. Pero lo que sé me hace estar segura de que si Twila estaba enojada era porque no te quería dejar ir.

—¿Eh?

—¡Vamos! ¿Qué no lo notaste? Si Twila retrasó este viaje fue únicamente para que estuvieras con ella todo el tiempo que le fuera posible.

Eli se cubrió la cara con las manos, mortificado.

—¡Oh, por qué! Y yo solo me fui.

—Lo sé. Eso fue lo que la lastimó. Ahora solo dale tiempo. Estoy segura de que tendremos noticias de ella muy pronto. Por ahora concentremos en encontrar a tu padre.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora