Twila ya llevaba un par de días fuera de la mansión y aquello ya había comenzado a preocuparlo. Sabía cómo era Twila cuando se enfadaba al nivel con el que se fue, y le angustiaba que se le ocurriera hacer alguna locura que luego le costara solucionar.
Zip había intentado mantenerlo al tanto, pero Twila se había desconectado y hasta el momento no tenía noticias.
Y como bono había tenido que encargarse de la culpa que sentía Aurora por haber convencido a Twila de traer al problema a cuestas. Y simplemente él no podía culparla. Sabía que las dos eran demasiado curiosas y la idea de tener a Eli cerca les había parecido tentadora. Solo le quedaba mantener la boca cerrada y no aumentar más los problemas.
Por suerte su esposa había conseguido sacarla de la casa un rato para que se olvidara de Twila y de sus posibles locuras.
Ahora se encontraba terminando de almorzar con Radha y Evan a su lado.
—Vamos, Radha —indicó el afable anciano a la muchacha. Ésta, sin embargo, se agarró al brazo de Richard y dijo:
—Por favor, Evan, déjeme quedarme con él.
—El señor está muy agotado, Radha, lo mejor es que...
—Déjala, Evan —sonrió él—. Ya la enviaré yo luego a sus clases.
Evan asintió y se marchó.
Radha le sonrió y Richard le sonrió de vuelta, extrañaba tener a una hija de esa edad.
«Al menos los problemas no eran tan grandes entonces», pensó.
—¿Quieres comer más? —le preguntó.
La niña, sonrojándose hasta las orejas, asintió.
Él rio, en los últimos días había descubierto la glotonería de Radha. Mandó a que se le sirviera algo. Y mientras ella comía un pastel y él tomaba su café, le dijo:
—No me he ocupado de ti como debería.
Ella se limitó a sonreír. Tan cándidamente.
—Estoy bien. La señora Miranda es buena conmigo y cuida de mí.
—Radha... —murmuró entonces él—. No creo que pueda hacer nada hoy. ¿Querrías contarme tu historia?
—¿Mi historia? —La muchacha parpadeó.
—Sí. ¿Querrías contármelo?
Radha arrugó la nariz.
—Es una historia muy fea.
Él sonrió.
—Estoy más que habituado a la fealdad de este mundo.
La muchacha asintió y sonrió, y entonces comenzó su relato:
" Tenía nueve años cuando la Legión atacó el poblado de Khusuma Bharadji. En realidad no fue un ataque propiamente dicho, pues, ¿qué daño les podían hacer aquellas gentes pobres y miserables? sino una mera incursión... para divertirse.
Me encontraba amasando estiércol para hacer ladrillos, una ocupación muy frecuente entre los niños de la India. A mi lado, mi hermana mayor, la dulce Sita, estaba sentada con la mirada perdida.
Sita tenía quince años y media cara abrasada, devorada por el ácido que su marido, enajenado, le había arrojado después de que hubiera intentado escapar varias veces. Aquel hombre odioso había muerto de viejo y Sita había vuelto expulsada del hogar a casa. Vestía de blanco como convenía a su estado de viuda y, con la cabeza rapada y el rostro deformado, tenía que cubrirse la cara para que nadie la viera. No era más que una sombra de sí misma y todos la ignoraban. Más le habría valido lanzarse a la pira de su difunto torturador. La única que se apiadaba de ella era yo, que contrariamente a lo que ordenaba la estricta costumbre hindú, le traía comida y le daba conversación.
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Secretos de un Shane
FanficComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...