CAPÍTULO 60

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Tumbado de lado y más tieso que un palo, Zip observó petrificado a Miranda, que lo miraba con una cara de completo desconcierto.

—Ah... eh... hola, jefa —rio nervioso.

—Zip, ¿tú qué haces aquí? ¿Dónde están...?

—Eso quisiera saber yo.

—¿Qué?

Zip no perdió tiempo y quedó arrodillado frente a ella.

—¡Ay, señora! No le diga nada a Croft, por favor. ¡Me va a matar! —graznó aterrorizado.

—¿Por qué va a matarte? —le preguntó ella igual de confundida, todavía con la manta en las manos.

—Porque dejé que esas dos se fueran y no sé exactamente a dónde. Twila solo dijo algo de un perro y luego me arrastró hasta aquí. ¡No sé nada más! ¡Lo juro!

—Pero...

Unos ruidos provenientes de la ventana la detuvieron.

—Ahora solo devuelvo a Zip a su habitación y nadie...

—¡Niñas!

Las dos dieron un brinco al escuchar ese grito muy conocido para las dos. Voltearon lentamente y descubrieron a su madre y a Zip no muy lejos de ellas.

—¿Qué está pasando aquí? —exigió su madre.

Twila rio nerviosa.

«Ahora sí estoy muerta».

(...)

—Entiendo, pero no quiero que vuelvan a salir así. Es muy peligroso.

—Mamá —inició a corregir Twila—. Sé usar muy bien el material para escalar, y los ladrones o cualquier otro agresor no son más que un juguete para mí. Todo estará bien.

—Y yo quiero seguir viendo a Pongo, mamá, por favor, le prometí a Henry que llegaría cada noche.

Miranda suspiró.

—¿Y tiene que ser en la noche?

—Es la única hora en la que papá no notará nuestra ausencia. Después del drama de hoy... —mencionó Aurora algo enfadada—. No creo que quiera que vaya a verlo. Por favooooooor, ¿sí? —puso los ojos del gato con botas.

—¡No! ¡Esa mirada no! —gritaron Zip y Twila no muy lejos de ellas, cubriéndose los ojos—. ¡Ten piedad de nosotros!

Miranda soltó el aire. Twila podía ser toda una estratega y Zip todo un genio en tecnología, pero ninguno de los dos era rival para los poderes de persuasión de su hija. Resignada, respondió:

—Está bien, te dejaré ir. ¿Twila? —La aludida le dirigió la mirada con uno de sus ojos, el otro aún lo tenía cubierto—. Cuidala, ¡y no más material para escalar!, yo las ayudaré a salir, ¡entendido!

—¡Entendido! —respondió Twila cuadrándose.

Miranda sonrió.

—Bien, ahora... —acarició el cabello de su hija y le dio un beso en la frente—. A la cama. Con el carácter de Richard mañana será un día muy largo.

Aurora sonrió con morriña.

—Yo ya tengo un plan para eso.

Los otros tres integrantes de la habitación se miraron entre sí, confundidos.

Aurora bostezó vistosamente y luego se arrojó a la cama, cosa que a Twila no le molestaba a pesar de su exagerada pulcritud. Abrazó a un Aries de tamaño normal y no tardó mucho en quedarse dormida.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora