CAPÍTULO 9

176 14 28
                                    

—¿Ya está todo listo Zip?

—¡Claro! Conseguí todo en tiempo récord. ¿Acaso lo dudabas? Solo dilo, ¡soy el amo de los hackers!

—Bien, amo de los hackers —respondió burlona—. Quiero que me mantengas informada de cualquier cambio que me pueda perjudicar.

—Tranquila, nena, todo está fríamente calculado. La banda va estar en esa fiesta, eso ya está confirmado. Tú solo entras, tomas la llave y sales. ¡No hay de qué preocuparse! Pero ten cuidado, si algo te pasa...

—Venga, Zip —cortó fastidiada—. Esto será un juego de niños.

—Ten piedad con la banda esta vez, ¿quieres?, humillaste a los pobres la otra noche.

—Ellos se lo buscaron.

—Sí, pero ahora estarán más alerta. No creo que esta vez sean tan torpes como la otra vez. Por cierto, la información que conseguiste usando a Carolina me será útil para evitar que te pillen. A menos claro, que tú misma quieras que...

—No lo he decidido aún, pero... ¿estaría mal divertirme un rato?

Zip comenzó a reírse.

—Claro que no, pero...

De repente se escuchó una interferencia en la línea, y luego... nada.

—¿Zip?... ¿Zip?

¿Qué demonios había pasado? Odiaba cuando Zip hacía eso.

Se levantó de la cama rápidamente. Si era otra de sus bromas, esta vez no se la iba a acabar.

—Hola, hija —habló una voz familiar.

—Ah, hola, papá, ¿todo bien? —preguntó ya más relajada.

—Por aquí todo bien, solo tu madre que ha estado muy preocupada por ti y, además, hay una persona que se muere por hablar contigo.

—¡¡T!! —Un grito agudo sonó en la línea.

Ella se sacó el auricular del oído por el tremendo grito. Unos decibeles más y estaba segura de que le hubiera reventado el tímpano.

—¡Hola, Aurora! —saludó ella, intentando imitar su mismo nivel de emoción. Pero lo único que salió fue una voz ridícula que hizo que Aurora estallara en carcajadas—. ¿Cómo estás? —preguntó, ignorando lo vergonzoso del momento.

—Aburrida, ¿cuándo vas a volver?

—Pronto, muy pronto.

—Eso espero. Zip es una pésima compañía.

—¡OYE! —Se oyó a Zip reclamar.

—Vamos, sabes que es cierto —le dijo Aurora a Zip.

—Perdona si no me gustan las fiestas de té o ver revistas llenas de chicos semidesnudos.

—¡¡¿Qué?!! —Se escuchó el chillido ofendido de Aurora—. Yo no hago eso, tú eres quien tiene escondidas cientos de revistas llenas de chicas que no dejan nada a la imaginación.

—¡¡¿Qué?!! —Ahora era el chillido ofendido de Zip quien sonó—. Yo no tengo ninguna revista.

—¿Ah, no? —preguntó Aurora, enfadada.

—¡Claro que no!, ¿por qué las tendría si en internet puedes encontrar todo más rápido y en mejor calidad?

—¡Eres un cerdo!

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora