CAPÍTULO 12

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Eli abrió los ojos y miró hacia todas las direcciones.

Todo estaba completamente oscuro. Muy oscuro.

¿Hola?, ¿hay alguien aquí? —le preguntó al enorme vacío.

Nadie respondió.

Un segundo.

¿Estaba muerto?

Al revisar su torso distinguió que ya no tenía la herida, así que claramente no estaba despierto.

Lo último que recordaba era estar caminando para intentar buscar ayuda, y luego caer rendido por el cansancio.

Decidió que lo mejor era comenzar a caminar, con mucho cuidado para evitar tropezarse con algo. Aunque para ser honesto, no creía que hubiera algo en ese lugar con lo que se pudiera tropezar.

Poco a poco fue avanzando, tanteando con sus manos hacia donde fuera. Y no pasó mucho tiempo cuando, a lo lejos, pudo ver una luz.

Okey, tal vez sí estaba muerto y lo que veía al frente era la luz del que todos los médicos decían que había que alejarse.

Pero no aguantó la curiosidad y comenzó a caminar hacia ella.

Cuando estuvo cerca, logró ver que esa luz estaba alumbrando una puerta.

Se acercó a ella.

Era una puerta muy grande. Tal vez tendría unos cuatro metros de alto y dos de ancho. Su marco tenía forma de arco, y tanto esta, como la puerta, estaban hechas de piedra. En el centro tenía tallado un enorme símbolo.

Eli paseó las manos por la puerta para ver si lograba encontrar la forma de abrirla, pero nada. Esa cosa no tenía una cerradura, y debía estar loco como para intentar empujarla o levantarla.

Siguió recorriendo sus manos por la puerta para asegurarse de que no se le estaba escapando nada, cuando al final, sintió un pequeño hundimiento en el centro del símbolo tallado.

Examinándola mejor, se percató que la forma y tamaño que tenía era idéntica a... las reliquias.

No, eso era imposible, lo más seguro era que la sangre que había perdido lo estuviera haciendo imaginar cosas.

Claro, si es que aún estaba vivo.

De repente se comenzó a escuchar el sonido de luces encendiéndose. Como si fueran reflectores.

Eli giró rápidamente y logró ver que las luces estaban formando un enorme círculo.

Debajo de cada luz había una puerta. En total eran uno, dos, tres... ¿dieciséis?

Había dieciséis puertas.

Todas estaban hechas de piedra, y cada una tenía el mismo tamaño y forma que la primera. Lo único que cambiaba de una a otra era su color y el símbolo que tenían tallado.

Eli comenzó a pasearse por el enorme salón circular que se había formado, y vio, una a una, las inmensas puertas.

De un segundo a otro comenzó a sentir un dolor atenazador en la cabeza. Cerró los ojos y se agarró la cabeza para intentar aplacar el dolor.

Cuando volvió a abrirlos, las puertas ya no estaban, y lo que había al frente de él era el portal que usaron para ir a las Cavernas del Este.

Era extraño, pero, se miraba nuevo. La piedra con la que lo tallaron estaba intacta, sin suciedad y sin enredaderas u otras plantas cubriéndolo.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora