CAPÍTULO 22

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«Esta persona se convertirá en un gran aliado para ti. O te destruirá por completo».

—¿Eli, estás bien? —preguntó Kord.

Después de haber derrotado a Billy, como por vigésima vez, la banda hizo una pequeña parada a medio camino del refugio, para contactar a cada persona que conocían y pedirles ayuda.

Trixie, quien fue la que se encargó de hacer las llamadas, logró convencer a Garfio Rojo, al Rey de las Lanzadoras, a Mario Bravado y a Ku; para que los ayudaran a proteger Bajoterra mientras ellos se encargaban de "unos asuntos" en un lugar "demasiado alejado", como para hacer ambos.

Por fortuna, ninguno hizo la habitual y esperable pregunta: "¿A qué lugar?".

Luego retomaron el camino de regreso al refugio. Kord notó que Eli extrañamente decidió ir detrás del resto, y no solo eso, sino que también se había sumido en un estado de mutismo absoluto. Y eso estaba comenzando a preocuparlo. Así que desaceleró su mecabestia para colocarse a la par de él y averiguar qué le pasaba.

—Oye, Kord, ¿tú qué piensas de Twila? ¿Crees que aún estamos a tiempo de evitar que ella llegue a esa biblioteca? —preguntó Eli con la mirada baja.

A Kord le pareció extraño que Eli, la única persona que había interactuado con Twila después de que descubrió la verdad sobre ella, ahora le estuviera preguntando eso.

Y tampoco tardó en entender que eso de "evitar que ella llegue a la biblioteca" era otra forma de preguntar "evitar que tenga la oportunidad de traicionarnos"

—Eli, tú eres el único que se atrevió a lidiar con ella desde que supimos que ustedes son... eh... que son...

—Hermanos —terminó Eli.

—Sí. Tú eres quien debería decirnos si podemos confiar en ella o no.

—Lo sé. Pero después de lo que nos pasó con Tad. No lo sé —dejó de hablar durante un minuto—. Yo, en cierta forma, no les pregunté. Y mira lo que nos pasó. Dakota dijo que conocería a una persona, y que esa persona se aliaría a mí o me destruiría. Pero conocimos a dos. El primero fue Tad, y él nos traicionó. ¿Y Twila? ¿Ella qué es? Estoy confundido, es todo... y, sí. Sé que es extraño que esté pensando en eso ahora, y más cuando yo mismo había decidido ganarme su confianza. Pero, recordé las palabras de Dakota y... no lo sé.

Eli no tardó en ver que Kord lo miraba con pena. Y eso no lo hizo sentir mejor.

Kord suspiró, cansado.

—Eli, sé que esta revelación ha sido... demasiado grande —concluyó—. Yo no sé nada de... este tipo de problemas familiares, pero algo sí sé. Cuando alguien siente rencor y lo único que quiere es destruirte, no actúa como lo está haciendo ella. Solo piénsalo. Primero: te salvó la vida. Segundo: ofreció su ayuda para encontrar a tú padre, aun sabiendo que también es el de ella. Tercero: al menos yo no lo he escuchado, ¿pero no te has dado cuenta de que hasta el momento no ha recriminado a nadie por... lo que pasó? Y mucho menos a ti.

Eli no respondió. Él no les había dicho a los demás lo que Twila le contó la noche antes de encontrar las armerías. Kord no sabía lo que él sabía. Lo que Twila había hecho. Y eso era lo que le daba cierto temor.

En lo que llevaban de camino le había despertado una cierta paranoia. Una en la que se le ocurrió que Twila quería que él fuera también en busca de su padre, y cuando al fin llegue el momento, y lo hayan encontrado. Ella lo asesinaría enfrente de su padre a modo de venganza.

¿Ella sería capaz de eso?

Y lo peor era que hasta el momento ella no le había dicho que no lo haría. Es más, le había dicho que era capaz de hacerlo.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora