—¿Cocinas? —preguntó una extrañada Trixie al ver a un Zip con gorrito, cuchillos y un mandil rosa.
Zip le guiñó un ojo, orgulloso.
—Hasta los quince años fui ayudante de cocina. Así pagué mis estudios —comenzó a jugar con los cuchillos—. No hay nada que no pueda hacer.
Aurora se carcajeó.
—No le creas. La última vez quemó una olla entera de agua.
Zip hizo una mueca.
—El agua no se quema.
Aurora hizo una risa superior.
—¿Por qué crees que lo digo?
Zip frunció el ceño.
—Engendro.
—Papanatas —contraatacó ella.
—Mimada.
—Bicho raro.
Zip arrugó más la nariz.
—¡Ya basta! —regañó Miranda.
Zip y Aurora se miraron fijamente, luego sacaron la lengua.
Miranda rodó los ojos.
Zip siguió afilando los cuchillos.
—¿Sabes qué?, vámonos —le dijo Aurora a Trixie.
—¿A dónde? —preguntó ella completamente confundida. Apenas había podido probar el guisado que Sofía y Miranda habían preparado. Y estaba muy, muy rico.
Aurora le guiñó un ojo.
—Tú solo ven. Las mujeres necesitamos consentirnos de vez en cuando.
—Sabes lo que papi Croft piensa acerca de que manejes, ¿no? —la amenazó Zip mientras continuaba afilando los cuchillos.
«¡Pero qué tanto filo necesitan!», pensó Aurora.
—Y yo te recuerdo que saqué mi licencia hace un mes. ¡Así que no fastidies, garrapata!
—¿Garrapata? —chilló él, ofendido.
—Además, no te hagas ilusiones, la masajista ya te dijo que no. —Y sin más fue por su licencia y las llaves de su recién adquirido automóvil, en compañía de una descolocada Trixie.
**********
Regresó a casa después de un par de horas con su padre. Algo que había necesitado desde hacía un tiempo sin que lo llegara a saber hasta ese momento.
Se sorprendió al escuchar una paz monumental en el hall.
¿Qué estaba pasando?
Su madre salió de la cocina.
—Oh, Twila, ¿cómo te fue con Richard?
A Twila le pareció curioso que ahora que su padre no estaba en la mansión su madre sí pudiera pronunciar su nombre.
—Por fortuna no hice nada grave. Y tampoco sabe nada sobre la salida de anoche.
Su madre respiró aliviada, llevándose una mano al pecho.
—Menos mal. Aurora está emocionada por ir a ver a ese cachorro.
—Lo sé.
—Esta noche voy a vigilar a Richard y les daré la señal para que puedan salir.
—Perfecto. Ojalá y no se dé cuenta.
Miranda arrugó la nariz.
—Que ni se le ocurra hacer algo en contra de mi hija o esta vez sí... —arrugó el pañuelo que tenía en mano y salió furiosa.
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Secretos de un Shane
أدب الهواةComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...