CAPÍTULO 98

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—Toc, toc.

Aurora levantó la vista de sus libros y vio a Eli parado en el marco de la puerta.

—¡Eli!

Aurora se puso de pie de un salto y corrió y se abalanzó sobre Eli. Él la recibió más contento de lo que se hubiera imaginado. Necesitaba realmente ese abrazo.

—¡Al fin llegaste! —le dijo ella realmente contenta. Luego se separó de él y comenzó a verlo de pies a cabeza. Y tras su escaneo, pareció estar aliviada—. Me alegra ver que sigues en una pieza.

Eli rio.

—A mi también me alegra. Y gracias por cuidar bien de mis babosas.

Aurora se fingió ofendida.

—¿Crees que no sabría cómo cuidarlas?

Eli se alarmó.

—¡No! No es eso.

Aurora volvió a reír. Lo volvió a abrazar y le estampó un beso en la mejilla.

—Estoy jugando, tonto. ¿Dime cómo te fue? ¿Lograste emanciparte?

—Sí, todo resultó bien. Legalmente ahora soy todo un adulto.

Por la a forma en la que Eli lo dijo Aurora volvió a reírse.

—Pues bienvenido entonces, señor adulto —jugueteó ella—. ¿Y cómo te fue con... —Y susurró las siguientes palabras mientras miraba de un lugar a otro para asegurarse de que nadie la estaba viendo u oyendo—: la chica que te decía bollito de melocotón?

Eli se sonrojó.

—¿Twila te lo contó?

—Nos decimos algunas cosas. Y otras claramente no —dijo molesta.

—¿Como a dónde se fue?

Aurora dejó salir el aire.

—Sí, exactamente eso. Por el momento volvimos a la época en donde se iba, venía un par de horas y luego volvía a desaparecer durante meses.

Eli bajó la mirada.

—¿Crees que esta vez tarde mucho?

Aurora lo miró con pesar.

—No lo sé. Esta vez ni siquiera se llevó un comunicador. Por eso ahora Zip anda de holgazán.

—No te dijo nada... de... lo que pasó.

—Solo algunas cosas. Pasó varios días encerrada en su habitación. Luego yo, tuve un pequeño problema en donde estudio, discutí con ella y al día siguiente desapareció.

—¿Se fue?

Al ver la expresión de horror de Eli, aclaró:

—¡No huyó! Cuando sale a buscar artefactos jamás avisa. Está un día y al siguiente ya no está. Nada más.

Eli pareció aliviado.

—Ah, entonces es eso.

Aurora rio con la expresión de Eli, otra vez. Y de repente, y súbitamente, la cara de Aurora se deformó en una expresión de horror.

—¡Ayúdame!

Eli dio un respingo al escuchar ese grito y cuando Aurora lo tomó del brazo y lo sacó a jalones de la habitación y lo condujo, a jalones, por todo el pasillo, bajaron las escaleras, pasaron por el estudio de Zip, entraron a una puerta y lo condujo, siempre a jalones, por otro largo a pasillo hasta llegar a una habitación abarrotada de telas, rollos gigantescos de tela, tijeras, hilo, una máquina de coser, alfileres y varios maniquíes, se tomó un segundo para preguntarse en qué segundo habían llegado ahí.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora