Tres meses después
La oscuridad era lo único que predominaba en esas cavernas. Eso y ese diabólico líquido rojo.
Tad ya estaba harto de ver lo mismo día tras día y noche tras noche. ¿Qué va? Nunca sabía cuándo era de día y cuándo era de noche. Todo era lo mismo y ya estaba harto de esconderse entre esas ruinas mientras Flautista atraía a las babosas pedidas con su canto.
¿Y qué hay de ese tal Sulfuro?
Su padre llevaba meses dialogando con ese dominio para que les permitiera de nuevo regresar a Bajoterra para intentar una nueva conquista.
«—¡Nueva conquista! ¡Ya han sido muchos tus fracasos como para que confíe en ti otra vez!».
Tontos. Todos eran unos tontos.
Ya suficiente decepción había tenido con reencontrarse con su padre y comprobar que le importaba tan poco como lo había hecho al enterarse de que existía, sino el darse cuenta de que un adolescente había logrado trastornarlo.
Tontos. Todos eran unos tontos.
Cerró los ojos y recordó el rostro de ese peliazul tonto e insoportable.
Su sangre hirvió.
—De no ser por ti ya todo sería mío —susurró con odio.
Si su padre no conseguía un acuerdo con el tal Sulfuro...
¿Y qué no decir de aquella diabólica babosa que se metía siempre a husmear en su cerebro?
—Tad —llamó Black.
Tad abrió los ojos, sobresaltado al escuchar a su padre.
—¿Qué pasa padre?— le preguntó
—Ya deja de dormir y trae a las babosas —le ordenó.
Tad rodó los ojos, se puso en pie y avanzó mientras Flautista con su canto atraía a las babosas.
Con el tiempo que Black había estado en las Cavernas Profundas había logrado convertir en malvadas a bastantes babosas con la ayuda de Goon. Los tres planeaban usar esa energía para volver a Bajoterra y al fin vengarse de Eli.
La estadía de Tad en el refugio le había servido para informarse del destino que había tenido Will Shane sacrificándose al arrojarse al portal junto con Blakk y Goon.
Pero al llegar a las Cavernas Profundas no pudo explicarse por qué ese hombre no se encontraba con ellos.
Y ya después de todo ese tiempo, al fin reunió el suficiente interés para preguntarle a su padre sobre su mayor enemigo.
—¿Padre? ¿Por qué el padre de Eli no se encuentra aquí con nosotros?
—No lo sé. Cuando el estúpido de Will nos arrojó a mí y a Goon al portal perdí la conciencia y una vez que desperté ya estaba aquí, pero no había señales de Will. Una lástima. Esta vez me hubiera gustado estrangularlo con mis propias manos.
—¿No te parece extraño que él no esté aquí?
—Si Will Shane no está aquí solo puede estar en un lugar peor, y lo más seguro es que ya no sea un problema para nosotros. Menos mal —dijo Blakk con una sonrisa malévola mientras llegaban a donde tenían a todas las babosas convertidas.
***************
Después de tantos años volvía a aquel lugar que para sus ojos ya estaba muerto.
«Oh, Bajoterra. Si en este momento lo que quiero no fuera tan importante... me encargaría de que ya fueras cenizas».
—Ya están por aparecer —le informó su Esmeralda.
Su soldado frunció el ceño.
—¿Por qué tanta molestia en esperar a ese par de humanos y a una larva con conciencia? Nosotros podemos encargarnos de Bajoterra.
—No.
Con la palabra el saldado cerró la boca y bajó la cabeza.
—Nuestra especie no se manchará las manos con este lugar, ni con su gente, ni con sus parásitos. Serán ellos. Serán los propios humanos quienes acaben consigo mismos. Ese será mi regalo para este lugar. El mismo regalo que nos dieron a nosotros.
Los soldados bajaron la cabeza, intimados ante la mirada de su líder.
El suelo tembló y la energía opuesta de aquellos quienes esperaban impacientes se condensó.
La esfera de energía roja apareció y de ella emergieron los tres seres.
Ni Tad, ni Blakk, y mucho menos Goon esperaban encontrarse con lo que parecía ser una tropa de hombres armados.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Blakk apuntándoles con su ametralladora.
—¿Son ellos? —El hombre más alto, de cabello negro, y ojos tan negros como la noche se dirigió a una mujer anciana, muy delgada, oculta detrás de los demás hombres.
—Lo son.
Blakk quiso apretar el gatillo, pero por alguna extraña razón, se paralizó.
Tad se dio cuenta de eso.
—¿Qué pasa padre?
La voz de esa extraña mujer le respondió:
—No podrá mover un centímetro de su cuerpo a menos que nosotros queramos, jovencito.
Tad tomó su resortera y cargó una babosa malvada dispuesto a disparar contra ellos, pero al instante sintió lo mismo que su padre.
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—¿Tanto esperar por esto? —se quejó uno de ellos.
—Tranquilo, Dominic —lo calmó la anciana—. Ellos serán útiles.
—Sus corazones están repletos de odio —continuó el más grande—. Pero eso lo puedo conseguir de cualquier otro humano, ¿por qué me hiciste esperar por estos, Morgan?
—Porque estos son los únicos a los que los protectores de este lugar temen. Y cuando los protectores sean sometidos, todo Bajoterra caerá fácilmente.
—¿Qué es esto? —se quejó Goon. Intentó entrar a la mente del más grande para averiguar qué estaba pasando. Pero, atónito, descubrió que la mente de él y de todos estaba totalmente sellada—. Imposible.
—Nada es imposible —le dijo la anciana—. Tus habilidad son impresionantes, sí. Pero no para seres que tienen una voluntad lo suficientemente fuerte para mantener el total control de sus mentes. Él lo sabe. Sabe lo que somos y lo que queremos —miró a Blakk—. Por eso desde hace tiempo dejó de resistirse a nosotros.
Tad miró, atónito, la cara sorprendida de su padre.
—Bien —respondió el más grande—. Ahora que ya todos nos presentamos, Cassandra. —Y se dirigió a su soldado—. Ve y empieza a buscar las llaves. Antes que nada quiero entrar a la biblioteca. Luego nos ocuparemos de lo demás.
Cuando Blakk al fin pudo recuperar el control de su propio cuerpo, sonrió al descubrir que ahora el fin de Bajoterra estaba más cerca que nunca.
—Prepárate, Eli Shane. Esta vez no verás venir el sufrimiento que te espera.
—¿Pero quiénes son esas... personas?
—No son humanos sin duda. Son de otra dimensión. Mucho más fuertes y poderosos. Con ellos de nuestro lado Bajoterra al fin caerá.
—¿Y cómo estás tan seguro?
—Porque ¿qué tiene Eli Shane que pueda superar el poder de las Gemas?
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Secretos de un Shane
FanfictionComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...