CAPÍTULO 76

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El retorno normalmente causaba un sentimiento de tristeza, pero a Eli le causó ansiedad.

El señor Croft no les había dejado ni voz ni voto en cuanto a volver a Inglaterra. También se había encargado de resguardar la Espada para que ninguno pudiera tocarla.

Eli seguía sin saber por qué Richard Croft había decidido ayudarlos. Y temía preguntar.

Cuando llegaron a la mansión estaba lloviendo. Descendieron de la furgoneta y entraron.

Eli estaba nervioso, Richard Croft subió a la segunda planta. Supuso que a avisar a Twila. Aurora descendió de las escaleras, con Aries y Pongo en brazos. Cuando la vio le sonrió para intentar disminuir la incomodidad del momento. Pero a diferencia de la vez anterior, en la que sin siquiera conocerlo se le había abalanzado encima, esta vez se había acercado lentamente a él y le había estampado una bofetada. Hasta Aries había salido corriendo por el sonido de la palma de ella contra su cara.

Eli agrandó los ojos, se acarició la mejilla dolorida y la miró fijamente. Ella contrajo el rostro y le dijo, entre lágrimas:

—Tonto.

Luego, sin previo aviso, lo abrazó.

Eli, a pesar de todo, entendía que ella también estuviera enojada con él.

—Lo siento —le respondió.

—No te vuelvas a ir así, grandísimo tontito.

Eli sonrió. La separó de él, sin soltarla de los hombros.

—¿Me perdonas?

Aurora asintió.

—Hola. —Trixie se acercó a Eli y lo tomó del hombro—. También lo siento.

—Hola, Trix. Extrañé nuestras pláticas nocturnas.

Trixie sonrió.

—Yo también. Y el pan de banano.

Eli quedó en la luna.

La plática y las disculpas continuaron. Aurora pareció más molesta al enterarse de que el autor intelectual de la escapada había sido Kord, pero una vez que él se disculpó, Aurora también lo perdonó. A Eli le sorprendió la cantidad de perdón que Aurora tenía.

Miranda apareció y los invitó a comer. Sus amigos fueron, pero él se quedó en el hall con Aurora.

—¿Crees que me arroje de la ventana si subo ahora? —le preguntó haciendo alusión a cierta persona.

Aurora lo miró unos segundos antes de responder:

—Ella ya no está enojada, Eli. Pero... no ha estado muy bien.

Eli soltó el aire.

—Tu padre ya me lo dijo. ¿Cómo está?

—Yo también me acabo de enterar. Cuando te fuiste ella... —Se acomodó un mechón de cabello. Al final le hizo un resumen de lo sucedido. Y luego continuó con el estado actual de Twila—. Ella se ha sentido verdaderamente culpable por lo que hizo. Y esa culpa ha estado haciendo que tenga recaídas leves. Hoy a penas ha podido comer.

Eli se sintió culpable.

—¿Crees que pueda verla?

Aurora asintió.

—Solo ten cuidado. Conociéndola, en este instante seguirá echándose la culpa.

—Lo haré.

Eli avanzó hasta las escaleras, pero se detuvo, tomó aire y volvió con Aurora.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora