Mar Ártico
De nuevo llegaron a otro paisaje invernal.
Esta vez más grande y más frío.
Twila hizo detonar la carga de explosivos sobre el suelo de hielo que cubría parte del Mar Ártico.
—El agua era una cosa —se quejó Kord—. Pero el agua congelada. ¡Por qué siempre tiene que ser agua!
—¿Ya todos tienen su equipo? —preguntó Twila.
Los demás levantaron el pulgar y se acomodaron el tubo de oxígeno que era parte del equipo de buceo.
—Bien.
Los cinco se lanzaron al agua congelada.
«Espero que esa cabrona no me haya mentido», pensó Twila.
Nadaron alrededor de media hora hacia el fondo antes de distinguir las formaciones rocosas de lo que pareciera ser un muy antiguo castillo.
La entrada estaba semioculta entre varias toneladas de roca.
Tuvieron que ingeniárselas para pasar en medio de ellas sin dañar los trajes o los tanques de oxígeno.
El interior parecía estar protegida con una burbuja de aire porque al subir a penas unos metros después de la entrada, los cinco salieron a la superficie.
Eli se quitó el casco y el tubo de oxígeno.
Un puente de piedra separaba ambos extremos del lugar. Y lo que lo enfadó fue descubrir que más Agua Oscura esperaba debajo del puente.
—¿De dónde sale tanta Agua Oscura?
El puente terminaba de golpe con una puerta de piedra que tenía tallada la figura de una mujer con un velo recubriendo su cabello y hombros.
El sonido de unos aleteos alertó a todos.
—Ya era hora —dijo Twila.
La banda vio cómo aquella mujer alada descendía de Dios sabrá dónde y aterrizaba frente a aquella puerta.
Twila extrajo su cámara y acercó la figura de Natla.
La diosa atlante extendió sus manos y comenzó a gesticular con la boca palabras que ninguno de los demás alcanzaban a escuchar.
—¿Qué está haci...?
La palabras de Kord quedaron en el aire al ver cómo la puerta comenzaba a moverse como si fuera un puzzle, deformando gran parte de la figura tallada hasta que la mujer quedó reducida solo a la mitad, dejando al otro lado la figura inconfundible de... la muerte.
Helheim... Reino de los Muertos.
Las dos mitades de la puerta se corrieron de golpe para liberar el sello que abría definitivamente la entrada a Helheim.
—Ahora ya no queda duda —les dijo Twila—, es aquí.
Natla le dirigió una mirada preponderante antes de volver a levantar vuelo y desaparecer por el mismo sitio en el que entró.
Twila guardó la cámara.
—Tengamos cuidado —les advirtió ella.
El sello en la puerta formaba una espiral plagada de símbolos nórdicos. Todos demasiado antiguos como para que siquiera Twila los entendiera.
—¿Y cómo la abrimos? —preguntó Trixie.
—Con el martillo —le respondió Twila.
—¿Y entonces solo... un golpe? —sugirió Pronto.
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Secretos de un Shane
FanficComenzó a acercarse a la puerta hasta que distinguió la voz de una persona murmurar. -Lo siento, Will Shane, pero ya no puedo seguir callando esto. Tu hijo merece saberlo. Un segundo... ¡¿Qué acababa de decir?! -¿Profesor?- habló Eli, quién ya había...