CAPÍTULO 112

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Eli no sabía si podía llamar descanso al estar acostado en la parte del yate en donde se aguardaban los suministros, muriéndose de frío a pesar de los gruesos abrigos, en medio del mar de Andamán, con las olas azotándolos haciéndolos sentir como en un plato de sopa.

Pero ahí estaban "descansando" antes de atacar por segunda vez el barco de Samantha.

Un pequeño respiro después de viajar ininterrumpidamente de Inglaterra a México y de México a la isla Jean Mayen. Con todo y lo que conllevó recuperar el martillo.

Pero por más agotado que estuviera su cuerpo, él no conseguía quedarse dormido.

Trixie, Kord y Pronto parecían haberlo logrado. Twila también, pero él no podía.

Tenía un extraño sentimiento atascado en el pecho. Un sentimiento que creyó que no era nuevo.

El sentimiento de separación.

Eso no tenía sentido, creyó que ese sentimiento lo había sentido todo el tiempo. Desde que conoció a Twila hasta ese momento. Sin embargo, ahora parecía más fuerte. Como si indicara realmente una certeza.

Y eso dolía más.

—¿Twila? —la llamó. Parecía dormida, pero supo que no lo estaba al ver su expresión contraerse en una mueca.

—¿Qué quieres?

—Tú también lo sientes, ¿no?

Twila abrió los ojos, miró distraídamente el techo antes de soltar un suspiro cansado.

—Creo que desde el mismo momento en que tú empezaste a sentirlo.

La zozobra la inundó al sentir que había creado un lazo con Eli.

Su intensión nunca fue llegar tan lejos. Y lo que temía era lo doloroso que le resultaría desprenderse de ese lazo una vez que se separaran.

Ya suficientemente doloroso fue desprenderse del lazo que creó con su bisabuela.

El dolor de sus uñas al enterrarse en su piel evitó que viajara a ese momento.

No. Ya había echo las pases con ella.

Y no podía odiarla. A ella jamás.

Carolina la había dejado vivir la mejor mentira que hubiera podido vivir en ese momento. Una mentira que la ayudó a sobrellevar el hecho de que Leonor y Carlos la repudiaban.

Sí, le dolió enterarse que ella no lo hizo menos.

Carolina Skopf la repudió lo mismo que la repudiaron los demás. Pero también le dio el cariño que ninguno de los demás le quiso dar. Todo antes de echarla de su lado y dejarla nuevamente sola.

Incluso en la actualidad era capaz de recordar el dolor en sus entrañas al momento de desprenderse de ella.

Bueno. Quizá sí llegó a odiarla un poco por engañarla y decirle que sí la aceptaba, que sí la quería. Para después decirle que solo lo había hecho por lástima y que ya no quería seguirlo haciendo.

Todo parte del mismo círculo vicioso y enfermo que la tuvo atrapada durante años. Haciéndola volver una y otra vez a las personas que más daño le hacían.

Pero eso no le importaba ya, Carolina le dio los mejores momentos que podía recordar de Caliza.

Y la amaba, a pesar de todo.

Pero no era ese recuerdo la que la tenía perturbada.

No. Era otro.

Las manos volvieron a temblarle.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora