CAPÍTULO 14

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—Eli, el doctor Tom te dijo que no puedes levantarte de la cama en una semana, así que si necesitas algo llama a Kord, a Pronto o a mí, pero no te levantes —dijo Trixie, o, mejor dicho, ordenó. Remarcando muy bien las últimas palabras.

—Sí, mamá —respondió Eli con un tono entre fastidiado y sarcástico.

Trixie sonrió satisfecha y salió de la habitación.

Burpy, quien había estado presente mientras Trixie le ordenaba su descanso, comenzó a carcajearse.

Eli frunció el ceño.

Ya habían pasado los dos días que debía estar en el hospital, y dio gracias por ya no estar ahí. No quería seguir soportando a cada doctor de ese hospital levantándole la bata para comprobar el "impecable trabajo" que Twila había realizado. En verdad no comprendía qué tanta novedad había despertado esa sutura en los doctores.

Lo único que consiguieron fue hacerlo sentir como conejillo de indias con el que habían experimentado y estaban constantemente vigilando su progreso.

Lo que sí era impresionante era lo rápido que él y la herida estaban sanando. Esa era otra cosa que había confundido a los doctores.

Ninguno había parado de preguntarle si conocía a su "salvador" y tuvo que negarlo en cada ocasión.

Pero ahora que estaba en casa ya no quería estar más tiempo en cama. ¿Estaría mal si se levantaba un rato?

Lo que Trixie no supiera no le haría daño, ¿verdad?

**********

Trixie, una vez afuera, cayó en la cuenta de que con todo lo sucedido, no le había dicho nada a Eli sobre la llamada que habían recibido del profesor Uriel

«¿Desde cuándo se te olvida algo?», se reprochó Trixie.

Regresó al dormitorio de Eli.

—Eli —abrió la puerta y entró.

Una vez dentro, vio como Eli se estaba desarropando con intenciones de levantarse. Trixie frunció el ceño.

«O claro que no», pensó Trixie.

—¡¡Eli!! —refunfuñó mientras lo fulminaba con la mirada.

Eli, al oír la voz de Trixie, o, mejor dicho, el grito de Trixie, se detuvo en seco antes de que su pie pudiera llegar al suelo.

—Ah... ehm... hola —respondió Eli con una sonrisa nerviosa intentando encontrar una buena excusa.

—¡¿Qué te acabo de decir?! —reclamó furiosa.

—No me gusta que me traten como a un bebé, Trixie —siseó Eli, ya resignado por no habérsele ocurrido ninguna excusa.

Trixie inspiró profundamente para tranquilizarse y evitar amarrar a Eli a la cama. Sabía que estaba preocupado por el asunto de la reliquia. Pero para ella, lo más importante era su salud.

—Lo sé, Eli. Pero si no te recuperas no podrás detener a Twila, Carolina o como se llame, ¿entiendes?

Eli no respondió.

Él sabía que Trixie tenía razón. Pero eso no evitaba que se sintiera como se sentía.

Trixie entendió que la plática no iba a llegar a ninguna parte, así que era mejor decir lo que iba a decir:

—Solo venía a decirte que la noche en que desapareciste el profesor Uriel llamó.

—¿Ah, sí?, ¿y para qué?

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora