CAPÍTULO 53

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Los dos días pasaron más rápido de lo que todos esperaban.

Eli recordaría tan solo escenas sueltas. Entre ellas, los constantes cambios de humor del señor Croft: a veces indiferente o a veces irritable. Y qué no decir de los de Twila: a veces alegre, a veces irritable y a veces furiosa.

¡Por momentos sentía que ya no podía más con aquella bipolaridad! Pero por lo que sabía, aquello era de lo más normal para ellos. Y a él no le quedaba más que aguantarse. Y quiera o no... ¡Twila era su hermana! Con o sin arranques de bipolaridad.

Incluso Zip parecía más nervioso y paranoico de lo normal.

Y entre todo ese caos Eli intentó recabar toda la información posible. Pero lo único que logró escuchar tras una de las puertas el día anterior, fue una severa plática que él y Twila tuvieron con respecto a la Sala de Trofeos. Richard Croft no parecía muy contento con aquella situación, y le hizo prometer a Twila que aquella avería no se volvería a repetir.

Y como otra novedad dentro de la mansión, Evan fue quien comenzó a hacerse cargo de la niña hindú. Era él quien se encargaba de los horarios que Richard Croft le había puesto, y entre esos horarios también había llegado a ver que Richard Croft le había comenzado a enseñar inglés, ya que a la pobre no le quedaba de otra porque nadie más aparte de los Croft eran capaces de entenderla.

Zip había tenido que salir los últimos días en la furgoneta negra para revisar el museo abandonado al que tendrían que ir.

Según Twila, para revisar la electricidad del lugar. Según él, porque Twila seguía enfadada.

La mañana del segundo día se había dado a la tarea de meter todo lo necesario en su mochila. Burpy y las demás babosas tuvieron que pasar desapercibidos frente a la presencia de Radha, y, en consecuencia, ahora Aries se aseguraba de no dejar que ninguna de sus babosas ni las de sus amigos salieran a los pasillos.

No le quedó duda de que Aries como monitor de pasillos no tenía precio. Es más, hasta le daba la impresión de que lo disfrutaba.

—¿Listo?

Dio un respingo al escuchar la voz de Twila detrás de él. Volteó rápidamente e inconscientemente se llevó una mano al pecho. Le dio un buen susto.

—Me asustaste.

Twila sonrió, divertida.

—Lo siento, pero lo creí justo. Tú siempre entras a la mía.

Eli estaba listo para responder cuando Twila prosiguió dándose la vuelta lista para salir:

—Los demás ya están abajo. Zip y el profesor ya están en la entrada del museo.

—¿El profesor entrará con nosotros?

—Se quedará en la furgoneta con Zip —sonrió con morriña—. Si algo salta de algún lugar Zip sin duda saldrá corriendo como si el demonio lo persiguiera. Además, detesta al profesor. Estar algunas cuantas horas haciéndole compañía saldará una cuenta que tiene conmigo.

Eli se carcajeó, pero no pudo evitar sentir pena por Zip.

—Ahora apresúrate, o consideraré dejarte en la furgoneta también.

Secretos de un ShaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora