Capítulo 7: Chivo expiatorio (Parte 3)

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Harry caminó por las calles, apresurado. Si llegaba tarde, el comandante de caballeros se habría ido y tendría que alargar su búsqueda. Queriendo economizar el tiempo lo máximo posible, aceleró su paso.

Por cierto, hablando de caballeros, la seguridad waarganiana estaba alterada. Se les veía apurados, ansiosos y, por sobre todo, enfadados. Les hervía la sangre saber que el asesino de Támiti seguía suelto. Agarraban con fuerza sus armas ante el menor indicio de sospecha sobre alguien. Sus miradas eran penetrantes sobre los extranjeros.

Harry se aseguró el doble de no matar a ningún waarganiano más.

—¿Ninguna noticia nueva? —Un tiempo después, el muerto viviente logró ver a un hombre de cuarenta años, calvo, con ojos negros y serios, barba castaña y cuerpo robusto. Vestía una armadura pesada, con una espada larga envainada en su cintura junto a una daga. Estaba hablando con un caballero, ambos delante de la entrada norte.

—No, comandante —dijo el oficial con voz avergonzada.

—Ah, como sea... —suspiró Valk, el comandante de caballeros—. Vuelve al trabajo. Envía a un grupo a revisar el alcantarillado. Quizás el asesino se haya escondido allí, pues el lugar es grande y escondido al ojo público.

—Entendido —dijo el oficial haciendo una ligera reverencia, marchándose con rapidez.

—Ah, mierda... —Valk suspiró con fuerza, sentándose en la montura de su caballo—. Siempre hacemos las cosas rápido y eficiente. Ahora que alguien de los nuestros fue asesinado, somos incapaces de encontrar al culpable en dos días. Siempre lo hacemos en apenas unas horas y, sumado a que fuimos inútiles al atrapar al intruso de anteayer, me siento como un idiota.

» Bien, basta de tanto dramatismo. Veamos qué puedo hacer en la entrada sur...

—Me parece que puedo ayudarte con ese problema, comandante —dijo Harry con las palabras correctas en el momento correcto, acercándose.

—¿Eh? ¿Tú quién eres? —preguntó Valk, confundido—. ¿Por qué tu voz suena tan aterradora y por qué tienes un hechizo de oscuridad en la cara? ¿Qué ocultas?

—Soy Harry, sin apellido —respondió el muerto viviente, ignorando la sospecha del comandante—. Sólo oculto un contragolpe mágico y mi voz es así por un artefacto, nada más. Ahora, ¿podrías escucharme?

—Mm... —Valk sospechaba, pero sentía curiosidad—. Bien, dilo rápido y sin misterios. No tengo tiempo que perder.

—Sé quién mató a Támiti.

Valk abrió los ojos con fuerza ante aquellas palabras. Los caballeros cercanos estaban incluso más atónitos, sosteniendo sus armas con firmeza. Justo como Harry planeaba.

—¡Ni se les ocurra moverse! —ordenó Valk, viendo que los caballeros estaban por atacar con tal de sacarle la información al muerto viviente—. ¡Que nadie hable de esto! ¡Vuelvan a su patrullaje y ni piensen en soltar una sola palabra de lo sucedido!

Los caballeros estaban ansiosos, pero se tragaron lo que iban a reclamar tras ver la expresión seria y los ojos penetrantes de su comandante. Asintieron y siguieron su rutina de vigilancia.

—Súbete —le dijo Valk a Harry—. Vas a contarme cada detalle de lo sucedido en privado.

El muerto viviente sonrió y se subió al caballo.

*

Valk cabalgó con rapidez a la casa feudal, advirtiéndole a Harry en el camino.

—Si intentas algo gracioso contra el señor feudal, pondré tu cabeza en una pica. —El comandante de caballeros no es tan cruel, por lo que era una amenaza vacía, al menos en parte. Harry sabía bien esto, pues podía sentir su aura suprimida y, según lo que recordaba de sus memorias en vida, Valk es un espadachín veterano con gran experiencia.

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