Capítulo 30: Dragón

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 Inicio del arco 2: «Viajar a un hogar»

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Inicio del arco 2: «Viajar a un hogar»

Los dioses están categorizados en: primordiales, mayores/principales y menores. Los primordiales tienen un poder absoluto sobre algún aspecto de la existencia, siendo los primeros en aparecer (o directamente los únicos) de sus respectivos universos, pero suelen tener una mente cerrada y un poder abrumador que se les dificulta controlar. Los mayores tienen un poder abrumador sobre un aspecto de la existencia, pero están alejados de la inmortalidad y poder absolutos, generalmente siendo de mente abierta (o menos cerrada) y tienen un poder superior sobre todos los mortales que pueden controlar con más facilidad y mayormente son los descendientes de los dioses primordiales. Los menores son los creados por los principales, siendo como hijos para ellos, aunque también están aquellos que nacieron tras los dioses mayores gracias a Kinia o un fenómeno mágico.

Y el caso de Ríncarot, Padre de Todos los Dragones y Dios Dragón es el último. Con una fuerza colosal al igual que su tamaño (más de cuarenta metros de altura), con escamas doradas que resistían todo tipo de magia. Conocía todos los idiomas y era un fanático de la lectura, con una inmensa sabiduría que podría haberlo convertido fácilmente en un Dios de la Sabiduría de Kinia. Era amable y gentil con sus hijos, pero sabía comportarse como un padre estricto cuando la situación lo requería. Le encantaba estudiar y aprender.

 	Gobernó el centro de Ípheros, en la colosal Montaña Hueca, luego renombrada como el «Hogar de los Dragones» cuando Ríncarot tuvo descendientes

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Gobernó el centro de Ípheros, en la colosal Montaña Hueca, luego renombrada como el «Hogar de los Dragones» cuando Ríncarot tuvo descendientes. Tuvo un total de veinticinco hijos, cada uno estando en el fino hilo que separa la mortalidad con la divinidad. Un dragón no es ni uno ni otro, es un intermedio por su cuerpo hecho completamente de maná sólido y fuerza vital "flexible" (por así decirlo) al poder dominarla para tener una gran cantidad de tiempo de vida.

Cada uno es portador de un gran poder y fanatismo por la sabiduría. Poseen las llamas místicas, que son una combinación de un órgano y una pizca de maná, Ríncarot poseyendo las llamas primordiales, una versión infinitamente mejor. Pueden usar todos los elementos y algunas variantes pueden hasta absorber magia con sus escamas.

Están en el pináculo del poder, pero no suelen ser malvados. Incluso los que lo son llegan a controlar su maldad. Llegan a poseer cierto fanatismo con lo dorado (oro, por ejemplo) y valioso, pero también llegan a controlar bien esa emoción.

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