Capítulo 54: Objetos valiosos (Parte 1)

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Cuando cayó la noche, Harry se despidió de Katerin y se marchó de su casa. Su objetivo era ir directamente hacia el Ducado de Didnowin y esperar allá las nuevas órdenes, por lo que salió de la ciudad en un santiamén y, en cuanto estuvo en un lugar despejado, despegó como un cohete hacia el este.

Tengo que conseguir más fuerza, pensó, preocupado por la advertencia de Dylot. Si lo que dice es verdad, Alan tarde o temprano me enfrentará y no creo ser capaz de matarlo de una. A partir de ahora, tengo que emprender un viaje de poder más duro.

Mientras pensaba qué hacer a continuación, se encontró sobrevolando un bosque. El mismo estaba sobre unas colinas bastante más grandes de lo esperado, la más alta estando casi al nivel de un edificio de dos pisos. En ella, había un árbol viejo y....

Harry sintió cómo su cuerpo entero se petrificaba por la presión. Sus ojos se abrieron con fuerza y se devanó el cerebro lo máximo posible, tratando de encontrar una solución. Su mirada estaba fija en la persona que se encontraba recostada contra el árbol.

Su cabello rubio trigo ondulaba ligeramente por el viento, sus ojos azules estaban cerrados y sus manos estaban detrás de su cabeza. Vestía una camisa blanca holgada, pantalones negros y botas. Sus piernas estaban cruzadas y, a primera vista, parecía indefenso.

Sin embargo....

Ese poder... ese aura..., Harry no podía hacer más que retroceder unos centímetros en el aire. ¡Ese tipo es un maldito archimago! ¡Tengo que escapar de aquí lo antes posible antes de que...!

—¿A dónde vas, imbécil?

Antes de darse cuenta, Qaxión estaba frente a él. Sus ojos abiertos lo miraban como un depredador a su presa, el aura archimágica que emanaba era tan densa y poderosa que Harry quedó paralizado, todos los animales de la zona huyendo en frenesí y el aire volviéndose irrespirable por la presión mágica.

Antes de que pudiese decir algo, el Corazón Férreo agarró al no-muerto por el cuello de la camisa y lo arrojó al suelo con la fuerza de un camión a toda velocidad.

Harry cayó sobre un árbol, destrozándolo por el impacto y creando un enorme cráter. Su ropa se desgarró y escupió una bocanada de sangre, sus huesos rotos. No podía hacer nada más que ver a su enemigo imbatible descender del cielo como el emisario de la muerte o peor.

—T-Tú... ¿por qué....? —El muerto viviente se las arregló para hablar, apenas pudiendo levantarse.

—Porque me repugnas —escupió Qaxión, acercándose a él y agarrándolo del brazo—. Considera esto como mi regalo de bienvenida; tenía que desquitarme, después de todo. Pero no puedo hacer más que eso por culpa del dios de mierda que nos eligió.

Harry quiso decir algo, pero el Verdugo Perpetuo se le adelantó y usó magia curativa para sanar por completo al muerto viviente en un pestañeo.

—¿Desquitarte? ¿De qué?

—Dylot me obligó a cuidarte a ti y tu hermana como los niños que son —explicó Qaxión, sus ojos llenos de desdén, como si fuese la pregunta más desagradable que sus oídos escucharon—. Tuve que dividir mi esfuerzo por dos estúpidos y encima tener que ver cómo sus egoísmos destrozan las vidas de otros; pensaba que yo era el mayor villano, pero ustedes, y sobre todo tú, me superan en muchos aspectos.

—Espera... —Harry abrió los ojos como platos por la revelación—. Entonces, ¿tú eres el Corazón Férreo?

—Sólo llámame Qaxión.

¿Acaba de decir... «Qaxión»?, la memoria eidética de Harry reconoció al instante el nombre, el muerto viviente dando un paso atrás con la mayor precaución que tuvo en su corta existencia.

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