El viaje continuó durante varias semanas más.
Sarah, mientras tanto, pulió sus habilidades como luchadora cuerpo a cuerpo y con espada, agregando una rutina de calistenia dada por Jonathan que mejoró aún más su fuerza y resistencia. El mercenario también entrenó, aunque con más intensidad, y ayudó a la joven demonio cuando pudo.
Saya, por su parte, practicó la acumulación de maná como de costumbre. Era una práctica básica para todo mago, que refina y expande el maná, permitiéndole ser más eficiente con su magia. Nunca se pudo explicar el cómo y el porqué de tal método, ya que los dioses nunca tuvieron la oportunidad de explicárselo a los mortales.
Todos hicieron su parte en el viaje, el cual progresó hasta el punto en que ya estaban en el sur-sudoeste de Ípheros. Allí había una gran zona deformada por las colinas, que variaban en tamaño e impedían que el terreno fuese plano.
Desde una de esas colinas, Jonathan logró ver un gran volcán casi tan negro como la tinta.
—Por allá está tu aldea, ¿verdad? —preguntó el mercenario, señalando el Volcán Negro—. ¿Cómo es que resisten la presión del maná?
El Volcán Negro emanaba una cantidad de maná bestial. Lo suficiente para que Jonathan sudase desde tan lejos.
—Beltran, mi maestro, puso una barrera en la aldea que impide la presión del maná. También lo hizo con cada persona por si tenían que salir de la misma —explicó Sarah, quien estaba en su forma de demonio por si se encontraba con alguien de su aldea, ahorrándose explicaciones de su identidad—. El Volcán Negro es el hogar de Mordim el Caballero Negro.
—¿M-Mordim? —Jonathan casi se atragantó con su propia saliva.
—El tipo es un desgraciado que no hace más que comerse a las bestias mágicas y monstruos de la zona —dijo Sarah con calma—. Tiene un trato con Beltran que le impide molestar a nuestra aldea. Mordim sabe que mi mentor es poderoso y no parece querer meterse con él.
—¿Cómo es que ningún libro menciona que el Volcán Negro es el hogar de tal criatura? —preguntó Jonathan, atónito.
—Porque Mordim tomó el lugar a escondidas —respondió Sarah—. Cualquiera que entre a su territorio que no sea de mi aldea es devorado, por lo que nadie pudo hablar ni escribir sobre ello. No quiere meterse en problemas con gente poderosa, por lo que no llama la atención saliendo del Volcán Negro y haciendo un alboroto.
—Uh, ¿estaré bien? —preguntó Jonathan—. Digo, si desde aquí ya siente la presión del maná, capaz me desmaya al estar tan cerca.
—Beltran suele encargarse de la gente desconocida y criaturas que se acercan, ya que muchas veces son poderosas por soportar el maná de Mordim —dijo Sarah—. Si llamamos su atención rápido, pronto vendrá y usará un hechizo especial para ayudarte a ti y a Saya.
—¿Y cómo llamamos su atención? —preguntó Jonathan.
—Beltran puso un hechizo especial en cada persona de mi aldea, incluyéndome —respondió Sarah—. Podrá saber mi ubicación exacta en un santiamén, algo que sí o sí significa una emergencia. Vendrá más rápido de lo que puedas desmayarte.
—Eso espero —suspiró Jonathan, despegándose la ropa de su piel sudada—. ¿Dónde está Saya? En serio que necesito magia para refrescarme.
—Saya está explorando la zona —respondió Sarah—. Pero déjame el trabajo a mí.
Su magia conjuró un ligero pero frío viento que fue como un aire acondicionado para Jonathan. El conjuro frescor era tan básico que alguien como Sarah podía lanzarlo tantas veces como quisiera sin sentir una pizca de cansancio.
ESTÁS LEYENDO
No-Muerto
FantasyLa búsqueda de la verdad, de sí mismo, es lo que lo impulsa en primer lugar. Sin embargo, más personas entran en su vida y lo llevan a un propósito mayor; pero, para llegar a obtenerlo, tendrá que recorrer un camino lleno de sangre.