Capítulo 12: Mercenarios (Parte 1)

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—¿Y si me niego? —A Harry no le gustaba para nada la idea.

Primero, tendría que seguir las órdenes de un dios maligno y extranjero que de seguro tiene miles de enemigos que, para dañarlo de alguna forma, tratarían de matar a su lacayo: Harry. Segundo, acabar con la Familia Real de Litheris significa enfrentarse a un castillo repleto de matrices, artefactos y guardias. Tercero, ¿qué ganaría él a cambio?

—Oh, te aseguro que no hay razones para ello —respondió Dylot con una sonrisa aterradora—. Tengo en mi control tu fuerza vital a través de la maldición de no-sentimientos, por lo que puedo obligarte por medio del dolor puro. Además, puedes contactarte con los cultistas y recibir algunos artefactos y dinero que servirán para tus propios fines.

» El castillo nacional tampoco es la gran cosa en términos de seguridad, así que, con algo de ayuda, puedes entrar y matar a la Familia Real. Y, por último, con Litheris en caos total, puedes hacer más fácilmente lo que se te dé la gana: matar y robar son cosas relativamente fáciles cuando un país no tiene rey ni ministros que controlen al Ejército y demás organizaciones. Tampoco habrá muchos magos que puedan hacerte frente.

—Espera, ¿por qué tengo que matar a la Familia Real? ¿No se supone que el problema es sólo Zestror? —preguntó Harry, más convencido—. Además, ¿por qué los ministros también? Acabar con todos ellos sería complicado, largo y peligroso, ya que me pondría a todo el país encima.

—El castillo nacional no es la gran cosa, ya te dije —explicó Dylot—. Y en un tiempo se hará un gran banquete que reunirá a la Familia Real, ministros y aristócratas importantes. Podrás matar a todos de una sola vez y crear el mayor caos posible con el menor esfuerzo.

» Además, mis objetivos y los tuyos están alineados. Tú quieres poder y yo quiero poder, así de simple. Y, para hacerlo, tienes que reunir conexiones y poder, tanto político como mágico. Acabar con el Reino Vasallo de Litheris es sólo la primera parte, ya que eso nos quitará a un enemigo. Cuanto más lejos vayamos, más poder reuniremos hasta el objetivo final.

—¿Y cuál es ese objetivo final? —preguntó Harry, casi completamente convencido.

—Matar a los dioses kinianos.

—¿Estás loco o eres un estúpido? —Harry frunció el ceño, atónito ante tal afirmación—. Ellos no sólo están escondidos, sino que, sin ellos, Kinia se derrumbaría en un cataclismo mágico. Si dejan de mantener el equilibrio mundial, todos moriremos.

—Ja, ja, ja —rió secamente Dylot—. Vaya que son unos tontos, aunque no los culpo. Los dioses, al crear a todas las razas, les implantaron la idea nata de no matarlos debido a ese tal equilibrio mundial del que hablas. ¡Una falacia total! ¡Si eso fuera verdad, Kinia hubiese explotado hace siglos, durante la Gran Guerra! ¿Cómo crees que podrían mantener tal equilibrio mientras luchan por sus vidas?

—Eh... eso... tiene sentido —dijo Harry, suspirando ante la revelación tan obvia—. Bien, me convenciste. Pero, ¿siquiera estás seguro de que podré llegar a ser un kértico, encontrar a los dioses y matarlos?

—Es una estupidez pensar que podrías encontrar y matar a tres dioses por ti mismo —respondió Dylot—. Saya, tu hermana, va a ayudarte junto a un tercer activo. Él es mucho más poderoso de lo que puedes imaginar, pero todavía no puedes conocerlo por razones que es mejor que no sepas aún.

» Los tres buscarán a los dioses y lucharán codo a codo para debilitarlos o, en el mejor de los casos, matarlos. Si es el primer caso, yo mismo me encargaré de la parte final. Tras esa gran batalla, podrán hacer lo que se les plazca.

Harry asintió, estando a punto de preguntar sobre esa tal «maldición de no-sentimientos» que mencionó Dylot en más de una ocasión. Sin embargo, sintió que algo agarraba su conciencia y la alejaba de ese abismo de oscuridad, el cual desapareció.

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