Capítulo 16: Aprendizaje familiar (Parte 1)

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Igroria agarró la empuñadura de sus hachas por reflejo, pero se negó a desenvainarlas por miedo a que su amiga muriese por su estupidez y la conmoción de prácticamente ver a alguien reviviendo. Tomó aire para tranquilizarse, soltando las armas y alzando los brazos.

—B-Bien, pero no le hagas nada —dijo con ligero temblor en su voz, aún incapaz de procesar la situación.

—Eso es —dijo Harry con tono amenazante—. Debo admitir que todo esto se me salió de las manos, pero no permitiré que las cosas avanzan en la dirección equivocada de nuevo. Ahora, si no te molesta, tira tus armas.

—P-Pero...

—¡Tíralas o le rebano la garganta! —amenazó Harry, desatando su aura naranja que se tornaba amarilla en los bordes y cerca del centro (él).

Igroria agarró sus hachas y las tiró al suelo, cerca del muerto viviente. Sus movimientos fueron rápidos, pero llenos de miedo.

—Bien, bien —asintió Harry para sí mismo, usando magia del aire para dejarlas varios metros atrás suyo—. Admito que ustedes dos están niveles por encima de mí, así que éste era el único método de vencerlas. Y sería un desperdicio acabar con dos magas tan talentosas y con un futuro tan brillante, por lo que les tengo un trato.

Igroria miró a Qashke, sin saber qué hacer. El hombre... no, el monstruo que tenían en frente fue capaz de derrotarlas y matar a dos de los miembros del Guiverno de las Llamas, así que, ¿qué aseguraba que no lo volviera a hacer? Eso sin contar que su mirada era inhumana al igual que sus expresiones, con un aura no-mágica de frialdad pura y calculadora.

Qashke tenía los ojos llorosos por el miedo, su cuerpo desnudo temblando. Sin embargo, pudo concentrar y descifrar los sentimientos de su compañera, dando una mirada significativa que expresaba un: «Hazlo».

—Bien, acepto —dijo Igroria al final.

—Perfecto —dijo Harry, relajando un poco el agarre de su daga de oscuridad para convencer más a la Llamarada Berserker—. Lo único que pido es que se vayan de Waargas y no vuelvan a causar ningún problema. Si tienen el coraje, sería mejor que vayan y se metan el orgullo por donde no entra el sol para disculparse con Arnold, el señor feudal, y poder quedarse en la ciudad; eso facilitaría mi segundo pedido.

—Okey, eso es posible —dijo Igroria—, pero, ¿qué tiene que ver con el segundo pedido?

—Quiero que ambas me enseñen todo lo que saben —respondió Harry, sorprendiendo a la Llamarada Berserker y a Qashke—. Magia, tácticas, estrategias, etcétera. Todo lo que aprendieron como mercenarias y más. Me interesa los conocimientos mágicos de la tabla de planchar y tu estilo salvaje de lucha.

—¿Acabas de decirle «tabla de planchar» a Qashke...? —En vez de enojarse, Igroria quedó estupefacta debido a que veía al muerto viviente como un asesino despiadado en vez de alguien sarcástico.

—Es algo que se me ocurrió en el momento —explicó Harry, encogiéndose hombros—. Pero eso no es lo importante. Ahora, ¿aceptas o no?

—Yo... —La voz de Igroria tembló un poco, tratando de calcular los posibles beneficios y pérdidas—... acepto.

*

Ciudad de Waargas, dos días después.

Un hombre caminaba por los pasillos de la mansión feudal con paso rápido. Se veía como un veinteañero joven, no siendo ni muy atractivo ni muy feo. Era delgado pero musculoso, con varias cicatrices y una mirada despreocupada. Su cabello color café oscuro era corto, revoloteando un poco. Sus ojos negros observaban el interior del lugar con un toque de nostalgia. Vestía una camisa blanca, un pantalón negro y unas botas.

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