Capítulo 18: Aprendizaje familiar (Parte 3)

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Harry empezó practicando con Igroria y Saya con Qashke. Acordaron estar un tiempo así y luego intercambiar lugares. No hubo mucha conversación, por lo que empezaron de inmediato.

Harry se abalanzó sobre Igroria, usando lo poco que aprendió de Jonathan. Se movió de la forma más ágil que pudo, tratando de encestar una estocada en el abdomen. Sin embargo, sus movimientos seguían siendo toscos y demasiado lentos para alguien con tanta experiencia como la Llamarada Berserker, quien esquivó y usó su brazo izquierdo para frenar el avance del no-muerto, dándole en la cara y tirándolo al suelo, donde sintió la punta de la espada de madera rozar su garganta. Aquello finalizó la lucha de inmediato.

Por otro lado, Qashke le enseñó a Saya sobre magia de la tierra, en la cual la no-muerta era novata.

—La magia terrestre es como un martillo, por así decirlo —dijo—, y el mago es el herrero. Con la magia de la tierra, se puede moldear lo sólido a gusto. La arena y la tierra son como el cobre: fáciles de doblar. Pero la roca y el metal son acero: difícil de manipular. Cuanto más duro sea algo, más maná y concentración se requiere para controlar su forma.

» Para usar bien la magia terrestre, imagina que estás usando un martillo invisible. Con él, golpeas el material y le das forma. Si es más duro, piensa que pones más fuerza en cada martillazo. Ahora, prueba.

Saya hizo lo que se le ordenó, usando un pequeño montículo de tierra. Hizo fluir su maná y lo imbuyó con ella, manipulando su forma como si tuviera un diminuto martillo. Trató de hacer un bloque, pero se deformaba fácilmente.

—En vez de un martillo, imagina que usas un pincel —sugirió Qashke, quien se había dado cuenta de su error.

Saya asintió y siguió el consejo. Y, en cuanto lo hizo, sintió que tenía un mayor control sobre la tierra. Cambió su forma hasta convertilo en un cubo, momento en el que imbuyó el suficiente maná como para solidificarlo.

Antes de eso, a Saya se le complicaba practicar magia en general. Siendo autodidacta y con un conocimiento mágico superficial, no poseía una base sólida con la cual apoyarse durante sus innumerables pruebas y errores. Sus habilidades eran poderosas, sí, pero toscas y requiriendo más maná de lo necesario. Habiendo aprendido los principios de la magia de la tierra, estaba segura de poder usar un procedimiento similar con el resto de elementos y mejorar a pasos agigantados.

En poco tiempo, la no-muerta profundizó en la magia terrestre y pulió sus conjuros y hechizos. Practicó junto a Qashke, quien la guió lo suficiente como para enseñarle lo necesario, pero sin llegar al extremo de hacer todo por ella.

Esto se siente bien, pensó la Ambigüedad Druídica con una ligera sonrisa. Es de las pocas veces que puedo ser la profesora de alguien. Me hace sentir importante e inteligente. Je, supongo que este es mi lado egocéntrico.

Qashke hizo a un lado esos pensamientos y se centró en enseñarle a Saya. La ayudó a pulir la magia de nivel uno y dos. Cuando sintió que aprendió lo suficiente, ambas lucharon para poner a prueba las renovadas capacidades de la muerta viviente. No hace falta decir que la Ambigüedad Druídica ganó, aunque con un poco de dificultad.

Realmente tiene talento, pensó con sorpresa mientras veía cómo Saya se levantaba del suelo. Su habilidad para aprender no parece tener un límite, o al menos es muy lejano. Me recuerda a cuando era una maga novata. Lástima que las cosas se pusieron difíciles y me cuesta bastante entender la magia de nivel cuatro. Ahora que lo pienso, debería volver a practicar esta noche.

El grupo se turnó luego de un tiempo y continuaron entrenando hasta la caída del sol, momento en el que se despidieron. Qashke e Igroria se quedaron en el bosque, demasiado humilladas como para poder volver a pisar Waargas.

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