Antes de que Sarah, Jonathan, Jack y Qanía se fueran, Beltran llamó a una persona a las afueras de la aldea. A Saya, para ser exactos.
La no-muerta trató de pedir explicaciones, pero el tarwón sólo respondió con un «acompáñame y verás». Beltran no dijo más, llevándola a la orilla del océano.
—¿Qué quieres? —Saya presentía algo malo, por lo que nunca dejó de estar en alerta.
—Viajé por gran parte de Kinia —dijo Beltran, mirando al océano—. Lo hice para saber, para aprender. Magia, para ser exacto. Pero, ¿sabes qué más aprendí? Historia; conocí a Qamirt la Caballera Plateada, a Zarnón el grifo y Amelia la dríade. Los tres me contaron historias del pasado; batallas, encuentros y descubrimientos.
» Y, ¿sabes qué fue lo que yo descubrí?
—... —Saya aún trataba de comprender la situación, por lo que no respondió.
—La existencia de un dios —explicó Beltran—. La de un ser poderoso y maligno. Un carroñero que apareció durante la Gran Guerra, matando por la espalda a otros dioses y uniéndose al Invasor. Alguien que es odiado por muchos seres poderosos.
» Dylot el Dios del Origen y el Fin.
Saya agarró la empuñadura de su estoque, su cuerpo en total alerta. Su mente tejía conjuros y hechizos, preparada para un gran ataque. Pero, para su sorpresa, Beltran rió.
—No tengas tanto miedo, niña —dijo—. No voy a atacarte.
—¿Cómo sabes que estoy relacionada con él? —preguntó Saya sin bajar la guardia.
—Puedo ver tu fuerza vital —respondió Beltran—. Está contaminada con naturaleza no-muerta y divina. Esta última es menos que una pizca, siendo el origen de tu existencia y lo que mantiene estable tu fuerza vital.
» Hay fragmentos de una humana y mucho de una no-muerta. Si no fuera por esa parte divina, todo se caería a pedazos y seguirías siendo un cadáver común y corriente.
Hizo una demostración con magia de la luz, mostrando la fuerza vital de Saya. Era una llama negra, con un parpadeo púrpura azabache en su interior y con bordes grises.
—Amelia la dríade me mostró una pizca de fuerza vital contenida en un artefacto —dijo Beltran—. Dijo que era Dylot y que lo guardaba como un recuerdo. A ella no le importó la Gran Guerra y no participó a no ser que sus seres queridos estuviesen en peligro.
» Lo recuerdo como si fuese ayer. Esa pequeña llama que parecía estar por apagarse en cualquier momento, tratando de escapar y emitiendo un macabro brillo púrpura azabache que enviaba escalofríos.
—¿Por qué me cuentas todo esto? —preguntó Saya, aturdida.
—Porque sé que no eres una amenaza —respondió Beltran, dándose vuelta y viéndola—. Si lo fueras, Sarah ya estaría muerta hace mucho, mucho tiempo. Veo que no tienes sentimientos verdaderos, pero al menos la reconoces como a alguien que proteger. Eso es más que suficiente para mí. Es por eso que te quiero pedir un favor.
—¿Cuál es? —preguntó Saya, bajando un poco la guardia.
Beltran la miró a los ojos con seriedad, suspirando antes de responder:
—Ayúdame a matar a Mordim.
*
Al terminar de presentarle la aldea a Jonathan, él, Sarah, Jack y Qanía fueron a la casa Moghut.
Estaba hecho de piedra, con dos pisos, un pequeño balcón y terraza. El primer piso estaba dividido en una sala de estar, el comedor y un baño. El segundo, en cambio, tenía dos dormitorios y un baño. Las escaleras estaban en, el primer piso, la sala de estar y, en el segundo piso, al lado del baño.
ESTÁS LEYENDO
No-Muerto
FantasyLa búsqueda de la verdad, de sí mismo, es lo que lo impulsa en primer lugar. Sin embargo, más personas entran en su vida y lo llevan a un propósito mayor; pero, para llegar a obtenerlo, tendrá que recorrer un camino lleno de sangre.