Capítulo 124: Convencer (Parte 2)

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—Tú... ¿estás diciendo que les dejemos trabajar con nosotros? —Jodok medio alzó y medio frunció el ceño, claramente estupefacto antes de echarse a reír a carcajadas—. Por el amor de los dioses, ¿realmente estás hablando en serio? ¡Es la mayor tontería que he escuchado!

—Oh, ¿eso crees? —Morrigan acentuó la astucia en su sonrisa—. ¿Es acaso por el honor? ¿El mismo que perdieron contra Kalastir, una bandida, a pesar de que son una división especializada en luchar contra todo en todo tipo de situaciones? Debieron...

—Cuida tus palabras, mercenaria —interrumpió Jodok, sus ojos tan fríos que podrían congelar hasta el sol y deshaciéndose de su típico manto de humor—, porque puede salirte caro.

—¿Acaso el gran capitán del Cuerpo de Ayuda Situacional atacará a una pobre mercenaria por decir la verdad? —Morrigan bajó un poco el tono irónico en su voz, pero se mantuvo firme—. No estoy hiriendo su orgullo, ¿verdad? No cuando le estoy dando una solución rápida y prudente que puede pasar por alto el ojo público.

—Habla —instó Debras—, porque ya estamos haciendo mucho al no ejecutarte aquí mismo por irrespetar a la autoridad.

—Verá, vicecapitán —dijo Morrigan—, nosotros no somos sólo unos simples mercenarios. No soy tan soberbia como para creer que somos guerreros de élite, pero le aseguro que somos más que capaces a la hora de actuar. Supongo que ya tiene una idea de mis hazañas, teniendo en cuenta que parece conocerme.

—Más o menos —admitió Jodok, entornando un poco los ojos mientras devanaba su cerebro para encontrar una solución eficaz a la situación.

—Bueno, te informo que yo sola logré matar a varias decenas de mákaras —dijo Morrigan, mencionando a monstruos semiacuáticos que, en apariencia, son extraños híbridos humano-elefante—. Por alguna razón, estaban en las costas del este a pesar de que son originarios de Seor... Eso no importa, en todo caso. Quetzalcóatls acechantes, garmrs territoriales, bashes feroces; ninguna criatura me ha detenido hasta el momento y mis hazañas ya se esparcieron por el Imperio desde hace un tiempo. Soy de fiar, ¿no te parece?

» En cuanto a mis compañeros, son combatientes más que eficientes. Qashke, una maga que aplasta a sus rivales en más de un sentido; Vadirsón, un espadachín mágico que abruma a sus enemigos con poder y velocidad; Timandra, una guerrera mágica que destruye a sus oponentes con una brutal potencia de ataque; Eleonora, una hechicera que hace trizas a sus contrincantes con una eficiencia mágica descomunal. Juntos, somos una fuerza a la que temer.

» Sabiendo esto, ¿en serio quieren volver a luchar contra Kalastir a pesar de la derrota inicial? ¿No sería mejor tener a un poderoso grupo de aliados que ponga sobre la mesa aún más posibilidades de victoria? Sin paga y autosustentable, sólo compartiendo el mismo objetivo.

Jodok y Debras se quedaron en silencio, replanteándose la situación con cuidado. El Espadachín Veterano se encontraba bastante reacio, su sentido de orgullo suplicándole que sólo su división acabe con Kalastir con tal de recuperar su honor y derrotar al enemigo del Imperio. Sin embargo, el Archimago Necromante tenía la mente más despejada de esos temas debido a su origen extranjero; incluso habiendo ganado un fuerte patriotismo tras años de servir a la nación, sus pensamientos se mantuvieron fríos. El primero esperó a tener la opinión de su segundo al mando, quien tenía los ojos cerrados para concentrarse mejor, antes de tomar una decisión posiblemente equivocada.

—Bien, aclárame sólo una cosa —dijo Debras, aún con los ojos cerrados, mientras apoyaba el antebrazo izquierdo y el codo derecho sobre la mesa, levantando el dedo índice—: ¿por qué deberíamos confiar nuestras espaldas a un grupo de mercenarios, nosotros siendo soldados imperiales, a pesar de que ya estamos preparándonos al milímetro para una revancha contra Kalastir?

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