Capítulo 100: Un centenar de problemas

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—Tch, maldita baratija —se quejó Vadirsón, tirando el anillo dimensional de Kaeso dentro del carruaje.

—¡Hey! —exclamó el joven elfo, claramente ofendido y con un toque triste en su tono casi chillón—. ¡No es la culpa del artefacto que lo manejes como un bárbaro! ¡Seguro tocaste mal algo y lo rompiste!

—¡¿A quién llamas bárbaro?! —gritó Vadirsón, volteándose—. ¡Apenas toqué esa baratija y no funcionaba en lo absoluto! Cuando lleguemos, ¡dile a tu padre que compre algo mejor!

—¡No es mi culpa que tu envidia de pobretón nuble tus...! ¡Ay!

Sintiendo el golpe de una espada envainada sobre su cabeza, Kaeso soltó un quejido bajo mientras Vadirsón se reía como si hubiese escuchado el mejor chiste en toda su vida, sólo para recibir el mismo ataque por la nuca y quejarse. Timandra lo fulminó con la mirada, callándolo.

—Ya tuve suficiente de sus payasadas —declaró, sus párpados pesados—. Si vuelven a interrumpir mi siesta, los patearé fuera del carruaje y los haré caminar.

Sometidos ante la Espadachina Veterana a pesar de que carecía de bastante sentido la situación, Vadirsón y Kaeso se consolaron mutuamente en silencio. Eleonora, por su parte, soltó una suave carcajada mientras vería a Timandra taparse con su manta para volver a dormir, la risita transformándose casi de inmediato en un bostezo.

La noche había caído hace poco y la Espadachina Veterana no estaba de humor para mantenerse despierta. Luego de luchar con todas sus fuerzas contra una pequeña horda de skölls debido a ciertas circunstancias relacionadas a problemas estomacales que la separaron del grupo, Timandra sólo quería dormir durante tres días enteros.

Saya mantuvo los brazos cruzados y ojos cerrados, concentrándose en su silencioso entrenamiento. Recomponiendo sus fuerzas tras matar a varias bestias mágicas inusualmente poderosas, lo único que podía hacer era usar su esencia biológica para absorber el maná del entorno para reponer el suyo.

Eleonora comió una pequeña porción de yestrin con una sonrisa suave, sintiéndose bastante cansada. A pesar de que su aporte fue breve, había ejercido bastante presión sobre su cuerpo y de por sí se sentía somnolienta desde el inicio del día, algo que sólo había empeorado al pasar el tiempo. No tardaría mucho en quedarse dormida.

Vadirsón, manejando el carruaje, movía suave y peligrosamente su cabeza con altos riesgos de perder la conciencia por el sueño. Se dio una cachetada, obligándose a mantenerse despierto por más tiempo hasta llegar a una zona segura que estaba cerca, al menos de forma relativa.

Kaeso no había luchado, pero su gasto de maná había sido excesivo durante sus entrenamientos con gólems y sufría la misma somnolencia de Eleonora. No tardó mucho en quedarse dormido en una esquina dentro del carruaje, tapado con una manta gruesa.

Qashke, por su parte, sabía muy bien lo le que sucedía a cada uno y el porqué. Más de lo que a ella misma le gustaba, quien se mordió el labio inferior debido a la culpa que sentía.

Vamos, Qashke, sabes muy bien que no estás queriendo matar a nadie más que a Saya, se dijo para animarse mientras recordaba su extensa conversación con Túdyr.

El ogro le había contado hasta el más minúsculo detalle sobre lo que sabía de la muerta viviente, tanto de su propia experiencia como de Alan, quien lo había contactado. Aunque Túdyr se negó a acompañarlo, recibió una agradable ayuda del Espadachín Veterano en forma de un amplio conocimiento.

De hecho, el panel negro que había usado contra Qashke no había sido más que una excelente manipulación de una defensa oscura. Puliendo su control sobre la magia de la oscuridad, logró comprimir y condensar el volumen y poder de, por ejemplo, un muro de sombras a una simple pieza que podía conjurar y dominar para protegerse rápida y eficazmente.

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