Capítulo 127: Serpientes en la hierba (Parte 1)

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Con el mago dimensional fuera del juego, el Astro Ruinoso ya no tenía ningún medio por el cual enviar a sus miembros. Los que quedaban lucharon con uñas y dientes, aumentando su ferocidad con tal de matar a Mydaiel. Incluso así, todos sus esfuerzos fueron inútiles en el momento en que toda la zona fue evacuada y llenada hasta el tope con autoridades sarissuanas, los bandidos siendo superados en número y poder hasta que lo único que quedó de ellos fue una pequeña unidad superviviente para sacar información y varios cadáveres hechos trizas.

—Perdón por... esto, señor —dijo Jodok Norandrad.

El capitán del Cuerpo de Ayuda Situacional ya no tenía heridas visibles gracias a la ayuda de varios sanadores, aunque su mano izquierda se mantenía desaparecida tras luchar contra un Espadachín Veterano. La regeneración es un proceso mágico poco común debido a su complejidad y gasto excesivo de maná, por lo que tendría que esperar a que algún mago importante fuese enviado al lugar. Por otra parte, se encontraba en un estado mental deplorable, con los hombros ligeramente bajos y un claro cansancio en sus ojos y voz.

—N-No hace falta, capitán —dijo el gerente de la taberna, quien había sido de los primeros en escapar y, por ende, se mantenía relativamente intacto en comparación al resto de sus empleados, quienes estaban siendo atendidos o llevados para su posterior entierro—. Usted y sus hombres evitó que más gente muriese. ¡Quién sabe cuántas personas inocentes hubieran perecido por esos tipos!

A decir verdad, el gerente tenía varias quejas al respecto de la situación, pero era lo suficientemente inteligente como para saber que expresarse de forma violenta con un soldado imperial en tales circunstancias podría ser hasta suicida. Mantuvo la cabeza gacha, diciéndose que era mejor perder todo por lo que había trabajado hasta el momento que su vida, la cual nunca podría recuperar.

Jodok se hizo el tonto, ignorando el hecho de que era obvio los verdaderos sentimientos del gerente, y correspondió sus palabras con un asentimiento ligero. Se dio media vuelta, yendo a buscar a Debras. El Archimago Necromante se encontraba rodeado de no-muertos artificiales que ayudaban a reparar los desastres, como mover escombros, mientras que las personas a su alrededor seguían con su trabajo medio a regañadientes. A pesar de que nunca fue prohibida internacionalmente la nigromancia, siempre persiste cierto miedo/repulsión entre las masas al ver cómo aquellos que deberían mantenerse como cadáveres se levantan para actuar bajo el yugo de otro.

Sin embargo, Jodok se detuvo de forma abrupta en cuanto vio por el rabillo del ojo a una mujer sentada sobre un escombro mediano. Morrigan tenía las piernas abiertas, entrelazando los dedos y manteniendo la mirada baja, fija en el piso ensangrentado. En realidad, parecía que su visión sólo reposaba en aquel lugar, pues era obvio para cualquiera que estaba en un estado adormecido donde sus propios pensamientos eran las únicas cosas que llamaban su atención. Todos estaban demasiado ocupados como para darse cuenta de ella, dejándola sola.

¿Qué le pasa?, se preguntó Jodok, frunciendo un poco el ceño. Según lo que escuché, debería ser extremadamente letal y fría, pero se comportó completamente diferente. ¿Será la misma o una impostora? No, eso es imposible teniendo en cuenta que es idéntica y su forma de luchar apenas tiene variaciones a los informes.

Soltando un suspiro, el Espadachín Veterano negó varias veces con la cabeza.

No parece que pensar en eso sea lo correcto, se dijo con una sonrisa medio irónica. Lo mejor es actuar como un verdadero hombre, al menos por esta vez.

Jodok tiene una lengua fácil a la hora de expresarse, pero jamás fue un insensible. Haciendo uso de esa cualidad suya, el capitán del Cuerpo de Ayuda Situacional se dirigió hacia donde estaba Morrigan. La Hija de la Oscuridad se dio cuenta tarde de su presencia, notándolo gracias a la sombra del Espadachín Veterano que se unía a la suya frente a ella. Lo miró en silencio con una expresión casi impasible, observando cómo el líder del CAS se sentaba pesadamente sobre otro escombro cercano delante.

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