Capítulo 24: Reflejo manchado (Parte 1)

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En pocos segundos, la ladrona estaba en la azotea del edificio, la cual tenía una puerta para entrar. Trató de volar para ingresar y escapar, pero una jabalina sombría atravesó su espalda, aunque (gracias a alguna obra del destino) no perforó ningún órgano interno. Sin embargo, aquella noticia no alivió el inmenso dolor que sufrió, la intensidad rompiendo su concentración y haciéndola caer con la delicadeza de una avalancha.

Tirada en el piso y llena de moretones, fue presa fácil.

—¿Quién eres y cómo es que puedes usar magia en la ciudad? —preguntó Harry con tono amenazante, poniendo su rodilla izquierda sobre su pecho y rompiéndole los hombros tras amplificar su fuerza.

—¡S-Suéltame, d-desgraciado! —dijo la ladrona tras un agónico grito, tratando de zafarse. Cosa que sólo empeoró el dolor.

—¡Dímelo o te torturaré hasta que lo escupas, con sangre y todo! —Harry le lanzó un devastador golpe en la boca, sacándole un dos dientes—. Ya estoy siendo muy generoso dejándote viva, chiquilla.

Sus ojos eran tan amenazantes como los de un depredador listo para devorar a su presa, generando un enorme miedo en la delincuente.

—¡L-Le robé u-un identificador a un c-caballero, por eso p-puedo usar magia! —gritó a toda prisa, adolorida y temerosa. Cada palabra era un escupitajo sangriento—. ¡P-Por favor, déjame ir! ¡T-Te devolveré t-todo, lo juro!

—No voy a permitir que alguien como tú ande suelto —amenazó Harry—. No vaya a ser que tenga complicaciones por tu culpa, pequeña escoria. Tienes suerte de que no te matase en el acto.

—¡E-Espera, yo...!

—Creo que es mejor no entregarla —interrumpió Saya, quien estaba en cuclillas al lado.

—Dame una buena razón y quizá lo piense —dijo Harry, quien aún tenía algo de resentimiento por el estúpido descuido de su hermana con Luke.

—Puede que nos sirva en el futuro —explicó Saya—. ¿No era que querías conseguir aliados? Una maga más nos puede ser de utilidad. Con lo bien que es huyendo, puede ser un activo valioso si se nutre su talento.

—Al fin dices algo coherente —exclamó Harry—. Aunque aún puede traicionarnos —argumentó antes de dirigirse a la ladrona—. Hey, alimaña, ¿cuál es tu rango mágico?

—Y-Yo... soy una maga a-adepta...

—Interesante, ¿puedo saber por qué con tal nivel andas robando por ahí?

—... —La ladrona se encontró dudosa, el dolor complicando su concentración—... ¿P-Podrías al menos c-curarme? Estoy d-desangrándome y me e-es casi imposible e-enfocarme.

—Supongo que tienes razón —respondió Harry, dándose cuenta del gran charco de sangre bajo su víctima. No le tomó ni un minuto en usar «sanación», un hechizo de nivel uno de magia lumínica, el cual cierra heridas y repara daños internos—. Bien, ahora ve al grano.

—Yo... fui secuestrada —explicó la ladrona—. Cuando llegué aquí, pude zafarme. Pero no tengo dinero conmigo y no soy de este lugar, por lo que no tengo ni idea de cómo volver a casa. Estuve robando porque es lo que se me hizo más fácil para conseguir dinero.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Saya.

—Me llamo... Sarah. Sarah Moghut.

—Lindo nombre —comentó Saya—. Ésta es una oportunidad de oro, así que piensa bien. Estamos buscando aliados, y una maga adepta nos serviría. Te ofrezco ropa de calidad, tres comidas al día y llevarte a tu hogar. A cambio, me darás tu ayuda cuando la necesitemos, tanto ahora como en el futuro. ¿Qué te parece acompañarnos un tiempo?

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