Capítulo 67: Bajo la lluvia (Parte 2)

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Beltran acortó el tiempo de lanzamiento junto al poder del cataclismo incandescente, logrando reducir la potencia a menos de la mitad y evitando más daño a su propia fuerza vital. Además, tenía una intención más oscura y de la que él mismo se lamentaba: dejar la última parte a Harry para que el «fortalecimiento almático» hiciese efecto.

Un pilar de fuego tan intenso en calor y brillo que hizo sudar y cegó a los caballeros cercanos cayó sobre Kadmuel, quien soltó un alarido rugido de dolor. Su armadura Hidroelectrum no podía procesar el conjuro debido a que tenía un poder y velocidad de destrucción mayor a lo que el encantamiento Reflujo podía manejar.

¡MIERDA!

Temeroso de morir a más no poder, Kadmuel activó el encantamiento defensivo de su armadura: «Bastión Radial». La roca refinada que tenía guardada en un compartimiento oculto salió, siendo manipulada y fortificada hasta volverse una cúpula que rodeó al airávata y lo protegió del cataclismo incandescente, potenciando la armadura con tanto maná como pudo mientras las grietas aparecían por doquier.

—Interesante —dijo Beltran—, pero insuficiente.

Con un movimiento de su mano izquierda, conjurando «perforadores acuchilladores» que penetraron el Bastión Radial desde diferentes lugares. Las construcciones de luz sólida giraban y presionaban con tal fuerza que la cúpula de roca reforzada colapsó en cuestión de minutos.

—Bien, ahora.... —Sin embargo, Beltran no pudo terminar su frase.

Siete acuorrayos impactaron contra él al unísono, enviándolo a volar hacia un edificio cercano mientras el agua se filtraba por su túnica. Sólo pudo rugir de agonía pura mientras la electricidad paralizaba sus músculos, su vestimenta mágica apenas logrando detener la calcinación mientras el humo y el olor a quemado inundaba el ambiente.

El cataclismo incandescente desapareció, siendo reemplazado por un triunfante Kadmuel. Su cuerpo estaba repleto de quemaduras de tercer grado, con su armadura teniendo varias zonas destrozadas. Sin embargo, estaba en mejores condiciones que su ex-maestro y con una gran sonrisa.

—Finalmente pude derrotarte, vejestorio —dijo, recargando su poder de linaje para desatar otros siete acuorrayos y acabar el asunto de una vez por todas.

Pero, para su desgracia, Beltran no era el único enemigo.

Una esfera de oscuridad se pegó en su abdomen, sintiendo claramente cómo ésta drenaba su energía como un agujero negro en miniatura. Kadmuel entró en pánico, usando magia de la luz en un vano intento de librarse; el conjuro de nivel tres, «árbol vampírico», absorbió cada onza de maná mientras continuaba evaporaba cada gota de líquido del cuerpo del airávata.

¡BASTARDOS!, Kadmuel hirvió de ira y terror mientras observaba la fría sonrisa de Saya y cómo Harry se acercaba a su posición con Terror desenvainado.

Reflujo se activó con una inmensa cantidad de maná suministrándole poder, deshaciendo el árbol vampírico. Una fracción de segundo después, un denso nimbus cubriendo varios metros de radio.

Casi, Harry cayó de rodillas mientras el poder de linaje ponía presión sobre su cuerpo, destrozando sus articulaciones. Pero no imposible.

Las «sortijas de retención» (una en cada dedo) se activaron, desatando diez conjuros de nivel tres: cinco «relámpagos ruinosos» y cinco «trenzas destellantes». Los rayos potenciados llovieron sobre Kadmuel mientras los gruesos hilos de luz entrelazados salían disparados.

—¡Ja! —carcajeó el airávata con soberbia—. ¿Queriendo usar el rayo contra un maestro eléctrico? ¡Iluso!

Hidroelectrum aún estaba autoreparándose, pero fue capaz de recibir los relámpagos ruinosos con facilidad, anulando el elemento mágico gracias a sus encantamientos. Las trenzas destellantes, en cambio, fueron cambiadas de propietario con el uso de Reflujo.

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