Capítulo 26: Ellos no sienten lo mismo

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Por un tiempo, él realmente sentía aquello. Ese sentimiento de cariño por alguien que antaño tenía con sus discípulos. ¿Por qué lo había hecho tan rápido? No tenía respuesta en su mente. Quizá su corazón se ablandó tanto. Sí, eso era. O por lo menos quería creerlo.

Después de todo, aún le dolía. No importaba cuánto gritara lo contrario, cuánta ira homicida tuviera... él lo lamentaba. Se odiaba a sí mismo por haber tenido esas emociones por ellos y ahora sufrir. Ver a Harry tan indefenso, en una situación tan terrible. Su dolor, su agonía. Era un no-muerto, pero el dolor seguía ahí. No era un monstruo total.

Luke se golpeó el pecho, negando esos pensamientos. Son monstruos, ambos. No tienen salvación alguna, pensó, suministrando más maná a la atadura divina. Pero le dolió. No físicamente. Le dolía hacer sufrir más a su hace poco discípulo, pero tenía que hacerlo. Tenía que demostrarse a sí mismo que estaba equivocado con esos sentimientos.

Hasta que lo golpeó algo más que la realidad.

Su estómago se revolvió. Escupió tanta sangre que sentía que la anemia lo afectaba. Un brazo había atravesado su abdomen. Escamoso, metálico y con garras. Era Sarah. La joven demonio había acertado un ataque certero por la espalda tras recuperarse. Qué idiota soy, se dijo Luke.

Golpeó el piso con el Fulgor Celestial, y todos cayeron menos él. Aliados, enemigos, transeúntes asustados. Todos, sin excepción. Dioses, parece que no puedo controlar bien esta cosa, pensó Luke, pero no dejó de imbuir maná. La fuerza del aire estaba destrozando poco a poco los huesos de todos. Era un sufrimiento que disfrutaba. No era masoquista ni mucho menos. Aquello le demostraba que todo era real. Estaba en una batalla contra sus exdiscípulos. Eran enemigos.

Su cuerpo sanó y la magia del aire se centró en Harry, Sarah, Céphelus y el Cuerpo de Caballeros, al menos lo que quedaba. Nervoz y Gehor habían hecho una masacre con ellos. El comandante estaba tan dañado que apenas podía moverse, su brazo derecho roto y su pierna izquierda doblada en un ángulo antinatural. Luke recordaba esa escena como algo grotesco de su pasado.

Sí, fue cuando ataqué la Ciudad de Adty, pensó, acordándose de aquel lugar en la frontera. Un pequeño grupo de élite austrioniano había atacado cuando estaba descansando. Había acumulado mucho estrés esa vez. Tanta sangre, tanta carne desgarrada... Esa masacre.... Esos hombres suplicando...

Luke se volvió a centrar en el presente, dándose cuenta de que la escena era casi idéntica. Sangre, vísceras, gente pidiendo piedad. Céphelus se arrastraba hacia él, mirándolo con odio eterno. Harry parecía querer planear algo, pero el dolor lo atormentaba. Sarah lloraba por la agonía. El Cuerpo de Caballeros era una amalgama de sollozos y muerte. Los transeúntes que no habían podido escapar de la escena estaban escapando, aterrorizando.

Ahora tendré que matar a todos aquí, pensó Luke. No puede haber rastro de lo que hicimos aquí. El reino no puede saber qué se le hizo a su propia gente... Mierda, ¿por qué tengo que ser yo el que hace esto? ¿Por qué me metí al Ejército en primer lugar? No me siento orgulloso de esto. No me genera nada más que asco. No quería ser esto. No quería ser el verdugo.

Pero lo era. En cuanto se unió al Ejército, su destino quedó sellado. No había intentado salir de aquella situación. Ahora estaba sufriendo las consecuencias. Había llegado demasiado lejos como para dejar todo. Tenía que acabar con lo que había empezado.

—Perdón —dijo, cerrando los ojos para concentrarse. No podía seguir viendo la escena—. Lamento que hayamos tenido que llegar a esto....

—Digo lo mismo.

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