Un hombre se encontraba en el piso, arrastrándose. Sus ropajes caros ahora estaban desgarrados y sucios, manchados con su propia sangre. La habitación estaba polvorienta y con telarañas por su prolongado desuso, el edificio en sí abandonado por la ciudad; el sótano no era diferente. Sus piernas estaban destrozadas, los ligamentos y cartílagos apenas conectaban sus fémures con sus tibias.
—Te lo dije tres veces y sigues sin escucharme —dijo su captor, agarrándolo por la nuca.
Gallerión Durlario se ve como un señor de cincuenta años, con ojos negros y cabello castaño oscuro. Su cuerpo era delgado y para nada acorde a su fuerza. Su vestimenta era típica de un plebeyo. Su mirada era seria y sin una pizca de empatía, casi hartada de la situación.
Jaló al hombre como si no pesara más de ochenta kilos, poniéndolo contra una pared y obligándolo a mirarle a la cara.
—Nadie vendrá salvarte. No podrás escapar con vida de este sótano. Tu cadáver ni siquiera será encontrado —dijo Gallerión, su tono sombrío al igual que su mirada—. Hazme caso y responde mis preguntas. A menos que quieras más tortura, claro.
—Y-Yo... te juro.... —dijo la víctima, sollozando—... no sé nada...
—¡Deja de mentirme! —Gallerión lo agarró por la mandíbula, casi destrozándola—. ¡Sé bien que ayudas a esos bastardos! ¡¿Dónde está Kalastir?!
—¡No sé! ¡Te juro que no lo sé! —gritó el hombre, llorando—. ¡L-La última vez que la vi mencionó algo de un b-báculo! ¡Sólo sé eso!
—¡Mierda! —Gallerión se puso rojo de la ira, haciendo pulpa la cabeza de su víctima al estrellarla contra la pared—. ¡Todos dicen la misma porquería! ¡¿Nadie en esta maldita ciudad sabe dónde está esa puta?!
Pateó el cadáver del hombre, esparciendo más la sangre y carne. Su ropa se ensució, pero no le importó. Pateó tanto que la escena era exageradamente desagradable, el olor a hierro abundando. Continuó hasta que desahogó su furia.
—Ah, maldita sea... —murmuró—. Ya llevo casi un mes en esta ciudad y apenas conseguí información. Ustedes no ayudan, ¿saben? Salgan de una vez y dejen de espiarme como si no me diera cuenta.
Hubo silencio. Parecía que Gallerión se hubiese vuelto loco y hablado solo, pero nada más lejos de la realidad. Tras la falta de sonido, aparecieron dos nuevas personas en la habitación. Harry y Saya, para ser precisos.
Céphelus sabía que Gallerión estaba en ese edificio gracias a varias insinuaciones, por lo que fue el primer lugar al que los hermanos no-muertos se dirigieron. El haber escuchado los gritos casi silenciados por la estructura los guió al sótano, donde se escondieron en las sombras usando magia de la oscuridad y luz para crear una ilusión mágica.
—No me miren con esas caras —dijo Gallerión, quien no se había dado vuelta—. Un truco tan fácil lo puede detectar hasta un gran mago recién ascendido. ¿Son enviados de Céphelus?
—¿Cómo...? —Harry estaba estupefacto, al igual que su hermana.
—Es el único al que le insinué sobre este lugar —explicó Gallerión—. Pensé que era aliado de Kalastir, por lo que traté de ponerlo a prueba.
—¿Quién es Kalastir? —preguntó Saya.
—La líder de un grupo de bandidos, pero no importa —respondió Gallerión—. ¿Qué van a hacer ahora? ¿Quieren luchar?
El sótano se cubrió con un manto de presión mágica. El aura esmeralda era tan poderosa que sofocó a Harry y Saya, sus esencias mágicas poniéndose en alerta y devorando el maná. Sin embargo, aquello sólo les perjudicó debido al exceso de magia que no se podía procesar, envenenándolos. Ambos cayeron de rodillas, obligando a sus «guardias» a detenerse.
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No-Muerto
FantasyLa búsqueda de la verdad, de sí mismo, es lo que lo impulsa en primer lugar. Sin embargo, más personas entran en su vida y lo llevan a un propósito mayor; pero, para llegar a obtenerlo, tendrá que recorrer un camino lleno de sangre.