Capítulo 119: Conflicto (Parte 3)

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—Porque soy débil —suspiró la Hija de la Oscuridad—, más de lo que crees.

—Débil, ¿dices? —Sarah negó levemente con la cabeza, como si estuviese hablando con una niña equivocada—. No digas algo tan cruel, no cuando has logrado evitar el suicidio por comprender lo atroz de tus actos pasados. No matarte en el momento en que rompiste la maldición es un milagro en sí mismo, pero no de los dioses, sino de una simple mortal: tú, mi querida amiga.

Morrigan se quedó en silencio, mordiéndose el labio inferior.

—Acepta la armadura, incluso si sabes que no es lo correcto para tus ideales —dijo Sarah, aligerando su tono—. Si tanto luchas por ser mejor, primero tienes que estar viva para hacerlo. Vardwyr está muerto y nadie puede cambiarlo, su alma ya está reencarnada en algún lugar de Kinia. Quizá como alguien mejor o peor, pero lamentarse por algo que no hiciste y no puedes cambiar es tonto, en el mejor de los casos.

» Si las cosas fuesen así, ¿no tendría que preocuparme por aquel mercenario al que mató Jonathan cuando se defendió? ¿Aquel grifo que cayó en batalla contra Beltran durante sus tiempos como Deveus? ¿Esa pobre maga que murió a manos de Qaxión hace siglos? ¿O todos esos miles de hombres y mujeres, ancianos y niños, que son asesinados mientras hablamos?

» La serenidad viene cuando aceptamos las cosas que no podemos cambiar.

Morrigan cerró los ojos, quedando en silencio durante un largo tiempo. Fue un momento más tranquilo que tenso, dejando un tiempo crucial para pensar al respecto de la situación.

Entonces, una risita leve resonó en el aire.

—¿Cuándo te volviste filósofa? —preguntó Morrigan, mostrando una suave y ligera sonrisa.

—A veces, el dolor forja carácter —explicó Sarah, correspondiendo la sonrisa—. No me gusta mucho la frase, pero tiene un poco de sentido si eliges el contexto correcto.

Morrigan negó varias veces para sí misma en un silencio que sólo ella entendió, viendo la Aurora Negra con una mezcla de sentimientos conflictivos antes de almacenarla en su anillo dimensional, el cual compró recientemente a cambio de casi todo su dinero.

—Si quiero lograr ser la mejor versión de mí misma, o al menos acercarme —dijo, ahora viendo a Sarah—, debería empezar por mantenerme viva, ¿no?

La joven demonio sonrió.

*

El mar negro se extendió como la más profunda oscuridad, sus pies firmemente anclados como si el espacio mental bajo sus pies fuese alquitrán. Trató de avanzar sin rumbo, pero poco o nada logró.

—Las bestias salvajes son domesticadas o se matan entre sí —dijo una voz de ultratumba proveniente de una figura cercana.

Harry no respondió, ignorando a Dylot y tratando de caminar lejos de él.

—¿Elegirás la domesticación o la muerte?

Harry no respondió, luchando con una expresión impasible por caminar en aquel alquitrán psíquico que se volvía cada vez más difícil de navegar.

—¿Domesticación o muerte?

Harry luchó más, pero sintió como sus esfuerzos se veían contrarrestados por una fuerza igual.

—¿La correa o el exterminio?

Harry luchó aún más.

—No eres quien dices ser —murmuró—. Tu poder...

—Oh, vaya que sí tengo poder —carcajeó Dylot—. ¿O por qué crees que tengo a todos esos aliados desperdigados por Kinia?

—Fanfarroneas, pero no pareces tener el control absoluto.

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