Capítulo 70: Determinación (Parte 2)

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Qaxión insertó las agujas de cristal en cada articulación y en seis zonas especiales: el pecho, las palmas, la frente y las plantas de los pies. El dolor fue considerable, pero Jonathan apenas soltó un quejido bajo.

Qaxión activó su anillo dimensional tan pronto como acabó de insertar las agujas, sacando un corazón gris del tamaño de una pelota de baloncesto. El órgano vital del frourio fue exprimido como si fuese una fruta, soltando un líquido incoloro y viscoso que podría confundirse con agua si no fuera por el repugnante olor.

—Mantenlo en tu boca y piensa en todo lo bueno de la vida —aconsejó Qaxión, vertiendo el jugo de maná en la cavidad oral de Jonathan.

El mercenario expresó su disgusto de forma notable, el repugnante sabor torciendo su cara en una mueca y un ceño fruncido. Era como probar una mezcla de sangre, excremento y tantas cosas asquerosas que quería vomitar.

Sin embargo, resistió y recordó el rostro de Sarah, reafirmando su determinación de protegerla.

Qaxión tocó cada aguja y las imbuyó con maná y fuerza de voluntad. Hizo todo lo más rápido posible, juntando sus manos antes de separarlas, ambas palmas teniendo un círculo repleto de runas sobre ellas.

—Traga ahora —dijo el Corazón Perpetuo, poniendo una mano en la frente de Jonathan y otra en su pecho.

El mercenario hizo lo que se le pidió, tragando el asqueroso jugo de maná. Apenas empezó a recorrer su garganta, Qaxión manipuló el líquido y lo disolvió tanto como pudo para evitar una sobrecarga instantánea.

Cambió la dirección del jugo de maná, haciéndola entrar a las venas para, posteriormente, enviando cada parte a las zonas donde estaban las agujas. Dichos cristales refinados y transformados brillaron con los colores correspondientes de sus elementos, afectando el líquido mágico de una forma tan peculiar y única que Qaxión sólo podía sorprenderse.

Esto es tan complejo que apenas lo entiendo, pensó el Verdugo Perpetuo. Y tan maravilloso que podría apreciarlo durante varios minutos... Bien, dejémonos de distracciones.

Antes de darse cuenta, Jonathan sintió un inenarrable dolor.

Sus venas se hincharon y explotaron, su piel ardía como si estuviese a dos pasos del sol, sus músculos se desgarraban, su lengua se secó, su visión se difuminó y la migraña era casi insoportable. El dolor era tal que estuvo cerca del desmayo, pero volvió a resistir una vez más.

¡Tengo que hacerlo!, se determinó. ¡Por todos a los que no pude proteger! ¡Por Sarah, maldita sea! ¡ESTO NO ES NADA!

La matriz puesta por Qaxión antes del procedimiento, «Eternus», era una formación mágica bastante compleja y usada por muchos. Usando magia de la luz, podía curar y regenerar casi todo, convirtiendo al paciente en un seudoinmortal, aunque no proporcionaba ningún tipo de nutriente.

La matriz fue la única razón por la que Jonathan sobrevivió a lo siguiente.

Sus dientes casi se rompieron por la fuerza que ejerció, el dolor casi abrumándolo. Sólo porque estaba atado es que no salió de ese lugar en ese preciso momento por puro instinto de supervivencia.

Su piel se dio vuelta, dejando al descubierto músculos desgarrados. Pronto los órganos internos y los huesos quedaron al descubierto, su esqueleto tornándose plateado.

Todo era destrozado y reparado en un proceso extremadamente tortuoso, cada segundo fortaleciendo el cuerpo de Jonathan a cambio de un dolor inefable. Estuvo al borde del desmayo y la locura misma, pero...

—Listo —dijo Qaxión al mismo tiempo que el sufrimiento terminaba.

—¿E-Eh...? —Jonathan abrió los ojos con sorpresa, sintiendo cómo estaba tan agotado que podría dormir semanas.

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