No-Muerto

Capítulo 125: Desorden sangriento (Parte 1)

Nadie perdió el tiempo, tanto del bando enemigo como del aliado. Los miembros del CAS reaccionaron con cierta profesionalidad teniendo en cuenta que vieron morir a uno de los suyos con extrema facilidad y rapidez, cosa que podría impactar a cualquiera. Sin embargo, toda la disciplina trabajada a través de los años se vio mellada por la simple razón de que ninguno del Cuerpo de Ayuda Situacional había caído en batalla desde hace un tiempo. Incluso en la penosa batalla en las montañas Whink y la lucha desastrosa contra Kalastir habían resultado victoriosos en cuanto a muertes, pues lograron salir con todos sus soldados vivos. Heridos, sí, pero vivos, cosa importante a la hora de que algo se considere un verdadero triunfo en la milicia.

Ahora, en cambio, veían cómo un hecho que se veía casi inaudito desde hace mucho tiempo entre sus filas ocurría con absurda facilidad y rapidez. El bandido ya se estaba desvaneciendo en una dolorosa muerte, sí, pero incluso herido de fatalidad resistía lo suficiente como para continuar atacando, lo que sumó más impacto a la mente de cada miembro del CAS. Reaccionaron de forma eficaz para estándares generales dentro de la milicia, pero sintieron igualmente el amargo sabor de que pudieron haber hecho más cuando vieron cómo los criminales salían de entre la multitud y lanzaban un asalto desde distintos ángulos y aprovechando el caos y poco espacio del lugar, acabando con la vida de otro soldado imperial.

—¡Maldito imbéciles! —rugió un aguerrido Jodok Norandrad, quien hizo pulpa el cráneo de un bandido con un solo ataque vertical de su martillo de guerra derecho, usando el izquierdo para destrozar el esternón de otro criminal de un golpe horizontal—. ¡¿Qué creen que están haciendo, parados como auténticos idiotas?! ¡ATAQUEN!

Los martillos de guerra del capitán del Cuerpo de Ayuda Situacional estaban repletos de runas que brillaban como pequeños soles, derramando chispas de magia del fuego con cada movimiento y provocando atronadoras explosiones ígneas que sólo dañaban al enemigo, el cual se veía calcinado a la vez que sufría la ruina de golpes contundentes que llevaban consigo la fuerza de un toro con esteroides. Aquello no hacía más que ensalzar la furia en sus ojos y palabras, sonando como un auténtico líder militar que haría lo que sea por ganar a costa de incluso su propia vida, cosa que no estaba muy alejada de la verdad; Jodok es todo un patriota, incluso más que el estándar, que es capaz de hacer cualquier cosa por ayudar a su nación.

Los miembros del CAS que aún conservaban ciertas dudas por una u otra cosa fueron barridos de cualquier incertidumbre que pudieran tener dentro de sus mentes, la disciplina volviendo a tomar el lugar que le corresponde y obligando a sus cuerpos y psiques a reaccionar como auténticos soldados del imperio más poderoso de Kinia. No necesitaron más que un segundo para empezar a reagruparse junto a sus líderes, repeliendo y contraatacando contra todo bandido que intentase romper sus defensas. Pero la sorpresa invadió de igual forma cuando aquellos criminales que aún consideraban de poca monta, pensando que el auténtico peligro era únicamente Kalastir, mostraron que el Astro Ruinoso no se había ganado su lugar sólo por tener de capitana a una Archimaga.

Todos eran magos y pocos pasaban del rango Adepto/Sólido, pero la calidad con la que ejercían la magia era innegable. Se coordinaron de forma excelente considerando que eran bandidos, aunque aún les faltaba bastante para estar siquiera cerca de alcanzar la disciplina imperial, cosa que no les hacía falta cuando usaban de manera estratégica el caos que aún abordaba la taberna. Los clientes y empleados trataban de escapar a toda prisa, por lo que el amontonamiento estaba tapando las entradas y provocando aún más desorden. Los criminales usaron esto a su favor, utilizando a personas como carne de cañón para evitar ser heridos por ciertos ataques o lanzándolos sobre sus enemigos para taparles la visión o retenerlos lo suficiente como para que uno de sus aliados atacase desde otro flanco, quienes aprovechaban el griterío casi ensordecedor que abrumaba el local para que no se escuchase cómo llegaban.