Parte 9

61 15 0
                                    


Llegué a mi departamento, tiré toda la ropa al piso mientras caminaba como sonámbula hasta la ducha para poder sacarme la miseria que llevaba encima. ¿Qué clase de persona hace lo que él hizo conmigo? lloré sin parar mientras el agua recorría mi cuerpo asqueado de tal humillación y cuando el cansancio me invadió por completo, decidí irme a dormir.

A la mañana siguiente, despierto con un fuerte dolor de cabeza, con el cuerpo adolorido y con mis ojos hinchados de tanto llorar. No tenia ganas de levantarme, pero tenia que ir a trabajar y mi jefe jamás ha sido de los tipos que perdona una falta, a no ser que te estes muriendo en el servicio de urgencias. A veces siento que el que necesita una terapia es él y no los pacientes que atendemos a diario. Ser terapeuta no es un oficio fácil.

Tratando de sobrellevar la fatal noche que pasé, aun no podía comprender cómo una persona que a simple vista se percibía sensible y buena, podía transformarse en un completo patán. Claramente el tiene una patología, pensaba mientras nuestra recepcionista entraba en mí consulta para ingresar a una nueva paciente. Me era difícil sacar de mi cabeza Jimin, su cuerpo, sus movimientos y su forma de tocar. El recuerdo me ruboriza. Despierto de mi acalorada ensoñación, cuando veo entrar a un chica bastante tímida, tenia la mirada un tanto perdida, había estado llorando y lo podía notar por lo hinchado de sus ojos. Otra que pasó mala noche, reí sin fuerzas para mis adentros.

- Buenos días, mi nombre es Carolina - sonreí - ¿Como te llamas?

- Me llamo Vanessa - Señaló con un tono muy bajo que casi no logré distinguir.

- Ok Vanessa, te pido te sientas cómoda y tranquila en este lugar - Seguía sonriendo - Puedes relajarte y contarme a que debo tu visita.

- Necesito que me ayude a olvidar a un hombre - Contestó con la voz quebrada y lagrimas en los ojos. - Necesito dejar de ser su juguete -  sonreí sarcásticamente al escuchar eso.

¿Eso era lo que había pasado? ¿Había sido un juguete para él? no podría ser otra cosa. 

Cuando le pedí a Vanessa que me contara un poco de la historia para poder ayudarla, comenzó a decir que una noche cualquiera había ido con sus amigas a un bar que quedaba cerca de su casa, estaban contentas tomando unos tragos cuando el mesero se acerca a darle un trago que era enviado por un cliente que la estaba viendo desde la barra y que ella aceptó porque ya estaba un poco ebria. Siguió compartiendo con sus amistades al paso de la noche, cuando un sujeto la abordó a la salida de los sanitarios. Esto me parecía levemente conocido pero le pedí que continuara.

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora