Capítulo 6: El último baile.

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Mi vuelo se había atrasado una vez más y tenia que llegar a tiempo a Corea. La academia daría por inaugurada la nueva temporada y este año teníamos mucho más alumnos que el año pasado, el fenómeno del kpop había ayudado mucho a eso, aunque los estilos impartidos eran variados, siempre eran las salas de ese tipo de musica las que estaban repletas.

Al tomar mi vuelo, me doy cuenta que había olvidado la tarjeta de acceso a mi departamento, lo que me tendría, al menos dos días, durmiendo en la academia. Maravilloso, pensé con mí tan característica ironía. El clima estaba frio, el conserje del edificio me saluda cordialmente y le devuelvo el saludo con una sonrisa, sabía que por fin tendría un poco de actividad al abrir las puertas a alumnos nuevamente. Llegué a la puerta del tercer piso, la abro con dificultad debido a falta de mantenimiento y veo el único lugar que amaba tanto en la vida después de mi hogar junto a mis padres, el estudio de danza. Repleta de polvo en la sala de espera, le seguían los cuatro salones que albergarían a nuevos talentos, la oscuridad me ponía de los nervios así que decidí abrir cada uno de los ventanales. El reflejo en los espejos hacían una especie de ilusión óptica y mi sonrisa orgullosa brota por mi boca. 

Me dirijo con mis maletas hacia la oficina principal, intentando recordar dónde había dejado la llave del estante que tenia las mantas para poder abrigarme y tomar algo caliente, el aire acondicionado también necesitaba mantención. Luego de recoger la llave debajo de la planta que se mantenía de costado a la puerta, busque las mantas, las extendí en el sofá, me prepare un café y me puse a descansar después de mi largo viaje. Uf, que cansancio.

Sin darme cuenta me había quedado dormida la noche anterior, tenia un dolor molesto en el cuello, tomé una ducha y fui hasta la tienda de conveniencia que estaba abajo de la academia para poder comer algo en el desayuno. La señora Kim se alegró de verme. Ella era una mujer agradable, siempre que necesitaba algo me ayudaba y cuando no tenia para pagar por mi comida, nunca dejo de dármela con el compromiso de que le pagara cuando tuviera. siempre le cumplí. tomé mi desayuno y volví a asear los salones, dejé el piso impecable, limpie los espejos, ventanas, bancas, camerinos, duchas y lockers. ¿Querías tener tu propia academia, Paz? reía para mis adentros. Todo sacrificio había valido la pena y este era mi tesoro mas preciado.

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora