Deseo Púrpura

Parte 9

¿¡Taehyung!? No puede ser, Grité de repente. Mi cuerpo se paraliza por completo, una electricidad abismal estaba invadiendo cada rincón de él y me hacían temblar a medida que intentaba moverme. Miles de pensamientos se hicieron presentes en mi mente, intentaba entender de que se trataba todo esto, no podía comprender porque un chico que, además de famoso, me estaba haciendo una especie de invitación a tener algo con él. Su rostro, su voz, su cuerpo, su forma de tratarme me hacían divagar en un mar de sensaciones pero tenia que detenerlos, mi pensamiento tenia que volver a centrarse en lo importante, soy una mujer casada y él es un chico loco, que probablemente, solo quiera un poco de diversión. Miré la tarjeta una vez más, negué con la cabeza y cerré la caja de rosas otra vez. ¿Qué hago con esto?. Suena el timbre.

Dejé la caja oculta en el sofá con una almohada encima para que nadie la viera, abro la puerta y sentí como mi corazón dejó de latir por unos segundos.

- Taehyung - Susurré sorprendida.  

- Ya pasaron los diez minutos y vine por mi respuesta - Dice con un tono de voz que pasa de dulce a sensual 

- No puedes estar aquí - Digo atónita, mientras miro por sobre su hombro para ver que Ji-hu no apareciera por ahí - Tienes que irte.

- No me iré - Parecía ofendido - Deberías dejarme pasar.

- ¡No! - Grito con euforia - No puedes pasar, mi esposo puede venir en cualquier momento.

- ¿Y eso a mí que me importa? - Musita con desenfado - Sería mucho mejor que me descubriera aquí... - Levanta una ceja - Intentando quitarle a su esposa.

- De que hablas por Dios - Respondí nerviosa - Jamás engañaría a mi esposo. Lo amo y tú deberías irte.

- Creo que hay algo que no estas entendiendo - Abre la puerta hasta atrás e ingresa a la casa caminando lentamente por el pasillo - Dije que vine por mi respuesta y no me iré de aquí hasta tenerla - Se gira al decir lo último y al mirarme sonríe abiertamente. ¡Dios!

- Te acabo de responder - ¿Por qué no podía sonar mas firme? - No engañare a mi esposo.

- ¿No?, ¿Estás segura? - Camina hacia mí, mientras se pasa un dedo por el labio - Puedo hacerte cambiar de opinión - Su sensualidad me dejaba asombrada.

- No cambiaré de... - ¡Rayos!

Se sitúa delante de mí, toma de mi mano y me abalanza sobre él, agarrándome con las dos manos la cara y me besa con violencia. Mi corazón dio un brinco. Sentí como mis piernas perdían fuerza y mi interior se contraía. ¡Cómo besaba Dios mio! Me levanta de un tirón y termino enroscando mis piernas en su cintura y contemplo su apuesto rostro de mandíbula cuadrada y sus chispeantes ojos de mirada encendida. Me lleva a la habitación, me tira en la cama, me mira, su expresión se oscurece y luego de sacarse la chaqueta, se abalanza sobre mí. Gimo. El sonríe deliciosamente sobre mi hombro. Espero que estes lista, me dice con una sonrisa lasciva.