Parte 8

51 10 1
                                    


- Un placer, Paz. Nos vemos en un par de días - Me tiende la mano para despedirse y prosigue - Te quiero pedir algo más... - Da la vuelta, dándome la espalda y vuelve a mirarme - ¿Podrías llamar a tu reclutador y decirle que ya encontraste una nueva oportunidad de trabajo?

- Pero... - Hice una pausa, sin entender - Sería como renunciar antes del resultado...

- Ya deben haber llamado a los seleccionados, no te ilusiones demasiado - Sonríe - Ya aceptaste nuestro contrato.

- Creí escuchar que dijiste que me llamarían - Dije bastante confundida. ¿Habré escuchado bien?.

- ¿Yo dije eso? - Pensativo - No lo recuerdo. ¿Aun así ya tenemos un trato no?

- Sí, tenemos un trato - Musité decidida.

Nos despedimos el uno del otro y mi corazón no daba mas. ¿Cómo era posible que un hombre como él haya venido a mí academia a ofrecerme trabajar para él y en algo que me apasionaba hacer?. Sí, era un sueño. Y se estaba haciendo realidad. 

Jhope era el máximo exponente en cuanto a baile se refería y eso era algo que lo habíamos discutido muchas veces con los demás chicos. No podía contarle a nadie sobre esto y era lo único que deseaba hacer. Trate de calmarme, bebí un poco de agua, moje mi rostro y no podía dejar de sonreír. ¿Por qué elegirme a mí? ¿Tanto talento había visto en mi?, wow seguía sin creerlo. Esa noche no dormí, entre felicidad y ansiedad por lo que pasaría cuando me tocara estar con él en el salón de baile. Contrólate Paz, me reía nerviosa. 

A la mañana siguiente no podía ocultar mi emoción y menos mi alegría, estaba tan emocionada que todos los chicos me miraban extrañados. Especulaban entre ellos, pero ninguno se atrevió a preguntar por la razón de mi buen humor. Recibí un mensaje a mi celular que me indicaban los días y horarios en los que Jhope estaría disponible para las clases, solo se me pedia discreción y que solo estuviéramos los dos solos en las clases. ¿Solos?, sonreí maliciosamente, evidenciado algunos pensamientos impuros que disipé de inmediato. 

Una semana después, teníamos la primera clase, llego a eso de las ocho de la tarde, muy puntual por cierto, con buzo deportivo, zapatillas, camiseta negra y un bolso donde traía botella con agua y toalla. Cuando comenzamos con el calentamiento previo, mi concentración se vio interrumpida, por la forma en que se le marcaba el pantalón en la entrepierna, era imponente y me hacia dudar si andaba con ropa interior o no. Me costó varios minutos lograr concentrarme del todo, hasta que enfoque mi vista en otro punto del salón y así, poder continuar con la rutina.

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora