Parte 10

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Sin dejar pasar más tiempo, se apodera de mi boca. Sabe exquisito, ardiente, sexy, y su aroma me excita muchísimo, que no puedo sino dejarme llevar por ese apasionado beso. Me quita la camiseta y yo hago lo mismo sin apartar mi boca de la suya, se baja los pantalones de manera que su miembro queda al aire, lo podía sentir sobre mi, levanta una de mis piernas sobre su hombro y con una destreza increíble, corre mi ropa interior para penetrarme hasta el fondo. Gruño, cerrando los ojos y saboreando la sensación, la absoluta penetración. El mueve sus caderas y yo gimo, inclinándose hacia adelante y descansando su frente sobre la mía. Sus embestidas se hace cada vez más fuertes, una y otra vez, adentro y afuera, sin dejar de besarme con un deseo desorbitante y empiezo a reconocer esa deliciosa contracción... acelerándose... hasta que llega. Un orgasmo arrasa con todo mi cuerpo, un clímax turbulento y apasionado que me devora entera pero lentamente, desde los pies a la cabeza. ¿Qué rayos ha pasado aquí?. Jhope terminó junto a mi, tomo una bocanada de aire y se puso de pie frente a mi, que yacía en el suelo, aun impactada por lo ocurrido. Se arregla la ropa, respirando agitado y sin dejar de mirarme por un segundo, me dedica una sonrisa de medio lado y me dice: Me tengo que ir. Lo siento. Nos vemos, y se marcha sin más. 

Me costó cerca de media hora poder volver en sí y entender lo que acaba de pasar en el salón. No podía ser real que Jhope me hiciera suya de esa manera y levantarse como si nada para irse. Tenía sentimientos encontrados, estaba excitada al máximo pero también tenia una sensación de que algo no estaba bien en todo esto y su actitud no era la más apropiada o al menos, la que yo podría esperar de alguien como él. Estaba totalmente desconcertada. Como no podía irme así de sudada y extasiada, me aproxime a la ducha del estudio y me puse bajo el agua. En mi mente no podía dejar de pensar en su cuerpo, sus manos ágiles, la forma en la que se movía y en cómo habíamos conectado sexualmente de manera tan profunda. Era un dios. Estaba ante el primer hombre, si es que no el único, que había logrado brindarme un orgasmo de esa magnitud. Sus palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez: Quiero besarte. Esa noche no dormí. Ya se me estaba haciendo costumbre. 


Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora