Parte 5

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Colapsar siempre sería una palabra que quedaría pequeña ante lo que sentí esa noche. 

- No te quedes mirando - Dijo con voz seductora, mientras me estiraba su mano para que pudiera tomarla - Quiero que toques - Tomando mi mano y deslizándola sobre su torso desnudo. - Quiero que me toques por completo - Sentenció dándome una orden. O al menos eso fue lo que entendí yo.

- Me, me estás dando una orden? - Lo miraba extasiada, sintiendo sus pectorales entre mis dedos.

- Es una orden! - Levantó levemente la voz, haciendo una mueca de enfado y tornando sus ojos en unos deseosos de las fantasías mas inimaginables. 

- Seré tu amo Clara - Dijo tocando mi mentón con desaprobación - Ponte de rodillas, ¡ahora! -

Dios! ¿Cómo puede disponer de mí de esta manera?. Y no es que me haya molestado, es sólo que no estaba acostumbrada a recibir este tipo de ordenes, aunque muy en el fondo, me parecía fascinante ser la esclava de este hombre.

Mi garganta se resecaba y mientras me ponía de rodillas frente a él, metió su dedo pulgar en mi boca como lo hizo en el ascensor, provocando que mi entrepierna se mojara y humedeciera mi ropa interior. Cuando sacó su pulgar de mi boca, intentaba tomar una bocanada de aire cuando siento como su pene entró con fuerza, estaba duro, de un sabor indescriptible, grueso y grande.

Mi lengua saboreó cada centímetro de su miembro, mi pelo estaba agarrado con su mano libre, jalando mi cabeza adentro y afuera, su otra mano en su cuello, con la cabeza extendida hacia atrás, gimiendo una y otra vez, mientras su pene entraba y salía de mi pequeña boca.

El placer que exhalaban sus gemidos fueron música para mis oídos. Su pene salió de mi boca y me levantó frente a él, besando centímetro a centímetro mi piel, desde el cuello hasta mi escote. Tomó mi blusa con ambas manos y arrancó todo con tal fuerza, que los botones salieron eyectados hacia algún lugar de la habitación. Arrancó mi Brasier y comenzó a lamer mis pezones muy lento, para aumentar la intensidad gradualmente hasta chuparlos. Mientras su lengua se perdía entre mis pechos, ambas manos sujetaban de ellos con fuerza, provocando una sensación de dolor placentero. Sus labios exigentes y firmes comenzaron a besarme, nuestras lenguas se encontraban una y otra vez, mientras sentía como una de sus manos se metía entre mis bragas y con sus dedos, masturbarme sin piedad.

- Nam, Namjoon... - Susurré en un gemido ahogado -

- ¿Sí? - Su boca había dejado mi lengua y continuaba con mi cuello - Shh...No digas nada... cállate-

- Me vengo... no, no puedo aguantarme... - Mis piernas ya no podían resistir a sus dedos masturbándome -

- ¡No! ¡Así no! - Dijo con su voz ronca. Sin dejar de masturbarme, me puso sobre la cama, saco sus dedos dentro de mí y me quitó mis bragas con sus dientes. - Ahora si podrás irte - 

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora