Parte 13

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Una vez adentro, estaba con un humor diferente, relajado, cordial y me pidió comenzar con la clase. Elegí uno de los ritmos más sensuales que me ha tocado aprender, Lambada. Que inteligente eres Paz, no podía evitar reír cuando pensaba en que todo lo había calculado muy bien. La lambada requería roce corporal y seducción, todo lo que necesitaba para remover algún recuerdo de lo que, al parecer, Jhope había querido olvidar. Tenia su cuerpo delante de mí, moviéndose de lado a lado al son de la musica, lo guiaba para que ejecutara los pasos de manera perfecta y pudiera conseguir un mejor resultado. Estaba nervioso. Por primera vez sentía que lo estaba poniendo nervioso. Cuando creía que estaba dominando el ritmo por completo, se detiene, me quita las manos de las suyas con brusquedad y grita: ¡Basta! ¡Basta! Ya no lo soporto más. Quedé perpleja ante su grito con mis ojos abiertos de par en par. En cosa de segundos, sin quitarme la vista de encima, se quita la camiseta de golpe y abalanza hacia mí, besándome desesperadamente. Mientras no parábamos de besarnos, chocamos con la banca del salón y caigo sentada ante él, sonríe maliciosamente con sus ojos de un gris intenso. Quiero que me la chupes y quiero que lo hagas bien, sino... me amenaza con un brillo inquietante en los ojos. ¿Quiere que?. Se me seca la boca y renace el deseo en mi... Uf. Lo haré bien, respondí sin aliento. Eso espero, me dijo mientras sus labios acariciaban cada sonido de esas palabras. Saca su pene del pantalón y me mira fascinado, lo pongo en mi boca y comienzo a jugar con mi lengua. Su expresión era extraordinaria, su mirada estaba envuelta en llamas, sonreía excitado, sus quejidos se hacían cada vez más fuertes, podía sentir cómo estaba disfrutando el momento y lo tenia totalmente dominado con el sexo oral. Resultaba tan excitante. Sus quejidos aumentaban cada vez más, me clavaba la mirada con expresión seria y ardiente, ¿Me estaba juzgando en este momento?, imposible. No quería que le quedara duda alguna sobre mis capacidades a la hora del sexo, así que, mientras no dejaba de lamerle el pene, mis manos se posaron encima y comencé a masturbarlo. Empezó a gruñir. Su cuerpo se estaba poniendo rígido y podía identificar muy bien lo que estaba pasando, quedaba poco. Muevo mis manos más rápido y mi lengua jugaba con su glande, encorva y expande la espalda hasta que grita, y su grito es más una invocación feroz, que me llega a lo más fondo del alma. Su liquido ardiente cae sobre mi boca y se derramaba por mi cuello hasta mis pechos. Te la voy a meter, me susurra y me levanta para sentarse en la banca y suspenderme encima de él. Hazlo, le susurro y me monta en su miembro, despacio, deliciosamente despacio... entrando hasta el fondo... observándome mientras me toma. Oh, no... esa mirada. Mientras sus movimientos y embestidas comenzaron a tomar fuerza, decido tomar ventaja tirándole el pelo, echándole la cabeza hacia atrás y lo beso apasionadamente, montándolo, cada vez más rápido, siguiendo su ritmo. ¿Alguna vez me saciaré de este hombre?. Seguimos moviéndonos al unísono, cuando siento como el clímax estaba abordando cada rincón de mi cuerpo. No... gimo. Me encantas Paz, susurra en mi oido. Esas palabras calaron tan hondo en mí, que el orgasmo llego acompañado de una sensación a confesión de amor. 

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora