125 - 𝐏𝐫𝐨𝐦é𝐭𝐞𝐥𝐨.

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NARRA Jin

Llegué a la sala de partos. Había aproximadamente 15 personas. Entre los dos obstetras, la matrona, el anestesista, tres pediatras y los auxiliares de enfermería.

Había máquinas midiendo hasta el pulso más débil. Sin embargo, no me iba a quitar la inseguridad hasta ver a Nara en casa dándole de comer a nuestros hijos.

—Es hora.

—¡No quiero! ¡Ahh! —Nara estaba sudada, pálida y débil. Las contracciones le daban a cada 7 segundos.

—Es hora de que empieces a pujar, Nara.

—Se me saldrá el hígado si lo hago ahora —todos empezaron a reír, y yo tampoco pude contenerme.

Me sentía raro en el equipo especial que me había tocado ponerme. Me sentía un pitufo.

Le di un beso en la frente a Nara y le di mi mano. La tomó con fuerza.

—Todo estará bien. Es hora. Vamos, amor.

—1, 2 y... Puja —ella hizo caso, pero no soportaba mucho.

Sé cansaba rápido y prácticamente no estaba haciendo nada.

—Amor, dale un poco más fuerte. Mi mano se está rompiendo con tus apretones.

—¡Y yo me estoy partiendo la vagina! Tu mano es una mierda a compara... ¡Ahhhh! —pujó de nuevo —. Esto duele mucho~.

—Vamos, tú eres fuerte —le animó Lía.

—Creo que no sale porque hay que acomodar bien su cabeza —dijo Jackson —. Será mejor ayudarle o será complicado.

—Dejemos que ella lo haga sola un poco más —pidió otra que no sé para qué estaba ahí.

Pasaron 25 minutos y Nara no saba resultados. Lloraba de dolor y desesperación. Me insultó tanto, que los doctores estaban empezando a tener compasión de mí.

—Eres un hijo de puta. Mejor córtate el pito p... ¡Ahhh! —pujó, y pujó y pujó... y...

—Vamos, ya casi, ya casi... Sí, muy bien. Otra vez. 1, 2, 3 ¡Puja! Per...fec... to... ¡Bien~! —sacó una cosa llena de sangre. Diminuta, muy diminuta —. Hay que seguir.

Empezó a llorar llenando toda la habitación de llanto.

Pero no pude.

Al ver tanta sangre,no pude; me desmayé.



Abrí los ojos. Me encontraba en una pequeña —muy, demasiada, exageraba de pequeña— camilla. Estaba seguro de que si me movía me caería al suelo. Una cortina azul estaba rodeando el diminuto cubículo y una máquina conectada a mi dedo índice estaba a mi lado. En una de las aberturas pude ver a una figura de pie, en forma de guardia.

—Sam —le llamé a mi guardaespaldas.

—Joven Jin. Qué bueno que despertó.

—¿Dónde estamos? —desconecté mi dedo de la máquina y me senté. Esperé unos segundo a recuperarme de la realidad.

—Se desmayó en la sala de partos. Su esposa se enojó al igual que su madre, la señora Kim, que vino mientras ustedes estaban en la sala. Lo mandaron aquí de castigo.

—¿Aquí? ¿Dónde aquí? —él abrió la cortina. Y lo que suponía que debía ser una habitación en donde el vicepresidente de una importante empresa pudiera recuperarse de su mal rato, en realidad era una sala de emergencia pública en donde había mucha gente. Delante de mí había una señora con la cabeza vendada mientras le daban de comer en la boca. Al lado estaba una niña llorando mientras le vendaban la mano. Y ni hablar del señor que vi a lo lejos con las nalgas peladas y bolsas de compresión en su espalda.

♣️HOUSE ♥️OF♦️ CARDS♠️ (Kim Seok Jin)🔞 #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora