Capitulo ciento treinta y tres "La última batalla"

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Salimos de la habitación y comenzamos a buscarlo, recorriendo todos los pasillos y habitaciones del hospital. Finalmente, llegamos al último lugar que quedaba por revisar: la morgue.

Subimos al ascensor y bajamos, sintiéndonos cada vez más inquietos. Cuando las puertas se abrieron, me sentí como en una película de terror, el piso estaba desolado y en penumbras.

Tomé a Melody en mis brazos, sintiendo una creciente intranquilidad.—Odio la oscuridad —murmuré mientras salíamos del ascensor y avanzábamos por el pasillo.

La atmósfera era pesada y cada paso resonaba en el silencio.Finalmente, llegamos a una ventana que daba a la morgue y vi a mi padre observando un cuerpo en una camilla de metal. Sentí un nudo en el estómago al verlo allí.

Apoyé una mano tras la cabeza de Melody, haciendo que se apoyara en mi hombro.—No mires, Mel —murmuré suavemente.

—¿Por qué? —preguntó con la misma suavidad.

—Confía en mamá —respondí, acariciando su espalda. No quería que viera el cadáver, suficientes traumas tenía ya como para agregarle uno más.

Stiles me tocó el brazo, su voz temblaba mientras señalaba la etiqueta en la camilla. Me volví lentamente y vi el nombre inscrito con letras claras: Donati Donovan. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al reconocer el nombre.

—No puede ser... —murmuré, mi voz apenas un susurro, mientras los ojos se me llenaban de lágrimas.

La realidad se asentaba lentamente, y el peso de la situación caía sobre mis hombros. Mi hermano también se dio cuenta de la magnitud del momento, sus lágrimas acumuladasen sus ojos amenazando con salir.

Stiles y yo intercambiamos una mirada llena de dolor y confusión. Donovan había sido una parte dolorosa de nuestro pasado, y ahora, verlo aquí, en una morgue, nos dejó sin palabras. El hecho de que su cuerpo estuviera en el mismo lugar que nuestro padre aumentaba la gravedad de la situación.

Stiles abrió la puerta lentamente, llamando la atención de nuestro padre, observándonos con una mezcla de sorpresa y preocupación. Nos quedamos en el umbral, tomándonos un momento para reunir el coraje necesario antes de entrar.

Caminamos con lentitud hacia la camilla donde reposaba el cuerpo de Donovan, y nos detuvimos frente a papá. La atmósfera estaba cargada de tensión, y el silencio era casi palpable.

—La historia que Theo me contó en la biblioteca —empezó él, su voz rasposa y débil—. Eso fue lo que pasó, pero no le pasó a él.

Stiles intentó mirarlo a los ojos, tratando de absorber las palabras de nuestro padre mientras asintió lentamente.—Sí —dijo Stiles, su tono tratando de ser firme, aunque su voz temblaba ligeramente.

—Stiles, Hannah, no puedo protegerlos si no me dicen la verdad —susurró, su preocupación evidente—. ¿De verdad sintieron que no podían decirme?

—No podíamos decirle a nadie —dije, la angustia en mi voz.

—¿Pensaron que no creería que fue en defensa propia? —preguntó nuestro progenitor, su mirada fija en nosotros.

—¿Y si no lo fue? —inquirió mi hermano, su voz cargada de incertidumbre—. ¿Y si te dijera que quería que muriera? —En ese momento, intenté cubrir los oídos de Melody lo mejor que pude, para protegerla del dolor que la conversación estaba causando.

—Te creería —dijo él, su tono resignado—. También creo que querer a alguien muerto y matarlo son dos cosas muy diferentes.

—¿Y qué tal si un juez no piensa igual? —Stiles continuó, su preocupación reflejada en su rostro.

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