Capítulo sesenta y siete "La leyenda de Ahmes"

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—cuando quieras —dijo Scott un poco impaciente por saber.

—bueno, la leyenda nos remonta a muchos años posteriores a la creación de Beacon Hills, incluso antes de que el estado de California se formará —comenzó.

En las profundidades del bosque, bajo el manto plateado de la diosa Luna, Tayen, un joven nativo americano, y Tara, la hija del cacique, se reunían a orillas de un lago oculto. Su amor, prohibido por las circunstancias de sus orígenes, florecía en la penumbra, creando un vínculo que desafiaba las normas de la tribu.

Cada noche, entre susurros y risas, compartían sueños y anhelos bajo la mirada cómplice de la diosa Luna. En una noche estrellada, la luna, testigo silente de su amor, derramó su luz sobre la pareja, otorgándoles un regalo especial: "Ahmes", la Diosa de los hombres lobo.

espera —Scott lo detuvo —¿Tayen embarazó a Tara?

—bueno, quisieron llevar más allá su amor y...eran otros tiempos, no midieron los riesgos. —explicó.

—¿y qué pasó? ¿El cacique los castigó? —inquirí.

—bueno, ellos decidieron mantener oculto el embarazo y eso les funcionó muy bien, pues a Tara jamás se le notó demasiado el vientre...hasta que una noche de luna llena, dio a luz.

A medida que Ahmes crecía, se encontraba entre dos mundos, el de los hombres y el de los lobos, equilibrando la sabiduría de la diosa Luna con la fuerza de la naturaleza que la rodeaba. Tayen y Tara, con amor y dedicación, guiaron a Ahmes para que abrazara su herencia única.

—¿y nadie se preguntó quién era el padre?

—Scott, cariño, ¡deja de interrumpirlo! —gruñí.

—pues, no hizo falta preguntárselo, pues a medida que Ahmes fue crecieron notaron el gran parecido que tenía con cierto joven —miró a Scott —eso y que la niña tenía una fijación muy fuerte con Tayen, siempre estaba con él, lo seguía a todas partes.

La leyenda de Tayen, Tara y Ahmes resonaba alrededor de las fogatas, recordando a la tribu que, incluso en la oscuridad, el amor puede florecer, y las bendiciones de la diosa Luna pueden tejer la magia más extraordinaria en los corazones valientes que desafían las normas.

siento que hay más que no nos dices —opiné cuando terminó.

—primero, quiero que entiendan porque les estoy contando esto.

—creo que entenderlo, pero me falta información. —dijo Scott.

Tomé el libro que Deaton dejó en la mesa y de repente todo se comenzó a girar a mi alrededor, cerré mis ojos con fuerza y al abrirlos me encontré en medio del bosque.
Como si le hubiese subido el volumen, gritos y rápidas pisadas comenzaron a sentirse cerca, me moví tratando de encontrar la procedencia y entonces los vi, Tayen, Tara y Ahmes, la última no parecía pasar de los diez años. Los tres corrían siendo seguidos por todos los integrantes de la tribu, quienes iban armadas con flechas, antorchas y lanzas.

—Tayen —un hombre sobre salía de todos lo que estaban ahí —me has decepcionado, hijo.

—no me interesa, yo amo a Tara, siempre lo he hecho y lo seguiré haciendo.

—¡eres un egoísta! ¡Nunca pensaste en familia! —exclamó.

—¿Soy egoísta por escuchar a mi corazón?

—ahora deberás morir por tus errores. —lo apuntó con su arco y flecha.

—¿Enserio serás capaz de matar a tu propio hijo?

—dejó de serlo cuando cometió el error de embarazarte, esa niña no debería existir —señaló a su nieta.

Tara tomó a la niña en brazos y giró para irse de allí, pero algo la paró, una fecha que atravesó la espalda de la niña y terminó por clavarse en su pecho, ambas cayeron al suelo.

—¡¡¡noo!!! —el desgarrador grito de Tayen se oyó por todo el bosque, erizado mi piel, si eso era posible. Tomó el cuerpo de ambas mujeres entre sus brazos y lloró. Su padre aprovechó el estado de debilidad de su hijo y se acercó hasta estar frente a él, apuntando su cabeza —hazlo, matame, pero quiero que sepas que regresaremos, no para cobrar venganza sino para tener la vida que merecíamos.

—si lo hacen, no dudaré en matarlos otra vez —le disparó, fue tan repentino que se me escapó un grito de horror puro, para mi ese chico era Scott y se sintió como si se lo hubieran hecho a él.

—¡Annah! —sentí una pequeña sacudida que me trajó a la realidad.

—Scott —lo abracé con fuerza sintiendo como me correspondía. —estás bien.

—cariño, ¿Qué viste?

—el final de la historia —admití —ellos mueren, los tres, a manos del padre de Tayen.

—¿mi padre es el villano en mi vida pasada ,también? No me sorprende.

—si, pero...Raphael no sería capaz de matarte —opiné.

—no creo que hayas visto todo —comentó Deaton

—¿A qué te refieres? —fruncí el ceño.

—Ahmes revive en la siguiente luna llena y al ver todo lo que había pasado, le suplicó a la diosa Luna que la ayudará, ella tuvo que huir, llegando a la tribu donde habitaban los antepasados de los Hale. —explicó —ahí se preparó y cuando estuvo lista, cobró venganza con los que la mataron y a su familia. —suspiró —y claro, conoció a su amor verdadero, pero eso ya lo saben.

—no puede ser —murmuró Scott —nosotros somos...Tayen y Tala y la bebé...¿la bebé es Amhes?

—si —asintió.

—Jennifer me dijo que yo no era la reencarnación de Ahmes, solo soy su recipiente para sus poderes...osea que cuando ella venga, ¿tomará de mi su licantropía?

—algo así, sí.

—por eso sabes que es una niña —afirmó Scott.

—lo siento...¿podemos empezar a entrenar para bloquear a los Hale? Necesito distraerme.

—claro —accedió el druida.

Estuvimos al menos una hora intentándolo, hasta por fin lo logré, estaba contenta pero lo que había visto aún me estaba incomodado.

—¿Seguro estarás bien? Puedo acompañarte a tu casa, amor.

—estaré bien —intenté sonreír —te escribo cuando llegué.

—suspiró —me quedaré contigo esta noche.

—cariño, tienes que descansar —besé sus labios —nos vemos mañana.

Voltee y caminé unos pasos cuando sentí un brazo que se enroscó en mi cintura pegándome a un pecho que conocía bien, la mano que me sujetaba se fue moviendo hasta quedar sobre mi vientre —cuídate ¿Sí?

—lo haré —apoyé mi mano sobre la suya.Nos separamos y cada uno siguió su camino, antes de entrar al jeep, voltee hacia atrás —por cierto —Scott levantó la mirada —tú mamá ya lo sabe. —sólo asintió.

Más tarde llegué a casa y me encontré a Stiles esperando.

—¿y?

—¡felicidades! Vas a ser tío y padrino —besé su mejilla y me metí en mi habitación.

—¿Qué? —entró —no Hannah, no tienes como mantener a ese bebé ¿Qué es lo que harás?

—aún no lo sé...pero creo que...tengo que hablar con Scott.

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