Mientras el ascensor descendía, sentía que todo mi cuerpo vibraba con una mezcla de adrenalina y miedo. Scott, aún recuperándose, respiraba con dificultad y Melody se aferraba a su mano, visiblemente asustada.Las puertas del ascensor se abrieron en la planta baja, y fue entonces cuando la vi. Una mujer con un camisón de hospital blanco y cabello negro lacio y largo. Algo en ella me resultaba extrañamente familiar, y sin pensarlo dos veces, la seguí.
—Mamá, ¿dónde vas? —gritó Melody, pero yo ya estaba fuera del ascensor.
Seguí a la mujer hasta una habitación oscura. Cuando se giró para enfrentarme, mi corazón se detuvo. Era mi madre. Ella me miró con horror en los ojos y comenzó a gritar.
—¡Eres un demonio! —clamó, su voz llena de pánico—. ¡No eres mi hija! ¡Quieres lastimarme!
—Mamá, por favor, no —le supliqué, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a correr por mis mejillas—. Soy yo, Hannah.
—¡No me hables! ¡No te entiendo! —gritó, sacudiendo la cabeza desesperada—. ¡Habla en español!
La sorpresa me dejó sin palabras. ¿Acaso no estaba hablando su idioma? Miré a mi alrededor y vi a mi yo de nueve años, observando a mi madre con lágrimas en los ojos.
—¿Por qué me dices eso, mami? —le supliqué—. Basta.
Mi madre avanzó hacia mí con una expresión de ira en el rostro. En el último momento, mi padre entró en la habitación y la apartó de mí, protegiéndome de sus garras.
—Claudia, por favor, es solo nuestra hija Hannah. No te hará daño —intentó calmarla, pero ella seguía convencida de que yo era un monstruo.
—¡Eres un monstruo! —vociferó, arañándome la mejilla antes de que mi padre lograra contenerla por completo.
Mi padre me miró con desesperación y me dijo—. Vete, Hannah.
Salí corriendo de la habitación con lágrimas en los ojos y me escondí en uno de los armarios de conserjería del hospital. Me acurruqué en una esquina, sollozando incontrolablemente.
—¿Hannah? ¿Estás aquí? —escuché una voz familiar y dulce.Una pequeña figura entró al armario y se acercó a mí. Al verme, se relajó visiblemente.
—Hannah, te estábamos buscando —dijo Scott, con sus ojos llenos de preocupación—. ¿Te encuentras bien?
Se acuclilló frente a mí y, al ver quién estaba allí, mi yo de nueve años se tiró sobre él, abrazándolo con fuerza. Scott no tardó en corresponder el abrazo, tratando de tranquilizarme.
—Tranquila, Han. ¿Qué ocurrió? —me preguntó con suavidad.
—Mi mamá... —comencé a explicar entre sollozos—.Ella piensa que soy un demonio.
Scott me miró fijamente, sus ojos llenos de determinación.—Tú no eres un demonio —me aseguró, pasando una mano por mi mejilla para secar mis lágrimas—. Eres un ángel.
—¿En serio lo crees? —pregunté, con la esperanza brillando en mis ojos.
Scott asintió con una sonrisa.—Sí, pero no le digas a Stiles que te lo dije —bromeó.
—Mi hermano es un pesado. No se lo diré —le respondí con una leve sonrisa.
—Tengo algo para ti —dijo Scott, metiendo su mano en el bolsillo y sacando una barra de chocolate—. Mi mamá dice que un poco de chocolate puede ayudarnos a sentirnos mejor.
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AMHES
FanficDos adolescentes, sin saberlo, comparten un vínculo trascendental: en una vida pasada, fueron amantes y padres de la diosa de los lobos, Ahmes. A medida que el destino los empuja a revivir esa conexión en la época actual, descubren sus roles divinos...