Capítulo sesenta y cuatro "Efectos secundarios"

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Eran las seis y media y era día de escuela por lo que muy a mi pesar tuve que despertar, por suerte fue el mejor de todos porque amanecí junto a Scott.

—buenos días —besó mi mejilla.

—buenos días —sonreí —¿Cómo me veo? —le pregunté a Scott tras levantarme hace unos instantes.

—estas preciosa —sonrió.

—no me ves algo...¿Rellena? —curvé mis labios haca abajo —creo que subí de peso.

—cariño, estas igual que siempre —se acercó tomándome por la cintura para luego besar suavemente mis labios.

—ah...ahora inisuas que no me arregló para ti, que soy una dejada —me separé molesta.

—amor —rió —yo no dije eso.

—¿Me estas llamando mentirosa?

—suspiró tomando asiento en su cama —claro que no.

—ay...lo siento amor —me senté sobre sus piernas y lo abracé escondiendo mi rostro en su cuello. —creo que estoy un poco sensible.

—si, ya lo he notado.

De repente dio un pequeño brinco —¿Está bien? —alcé la cabeza para verlo, lucía asustado

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De repente dio un pequeño brinco —¿Está bien? —alcé la cabeza para verlo, lucía asustado. —¿Qué?

—ah...nada, solo me pareció ver algo.

—¿Una rata? —rodee su cintura con mis piernas algo asustada.

—no —nuestros rostros estaban muy juntos debido a que me pegue a su cuerpo.

—menos mal, eso hubiese sido...—unió nuestros labios en un beso mientras acariciaba mi cintura e iba subiendo sus manos al mismo tiempo que le daba un empujón acostandolo en la cama. —¿Qué estaba diciendo?

—no lo sé —dio una vuelta dejándome bajo su cuerpo y procedió a besar mi cuello.

—lobito tenemos clases —rompí el momento.

—aún tenemos tiempo —pasó su mano por debajo de mi remera.

—es enserio, no quiero llegar tarde —me alejé un poco.

—si, está bien.

—ah... —dije antes de que se alejará —aún no me lo has mostrado.

—¡claro que sí! Varías veces.

—abrí la boca indignada —¿De que rayos estas hablando?

—¿Qué no estabas hablando de...? —bajó la mirada.

—¡no! —chillé al caer en cuenta —hablaba de tu nueva apariencia.

—ohhh —se sonrojó —am...sí, no, supuse que hablabas de eso. —fingió demencia.

—¡ajá!

—¿Estás segura que quieres eso? —asentí —bien —suspiró bajando otra vez su cabeza para que no viera, luego de unos segundos la alzó despacio.
Llevé mis manos a su rostro y acaricié sus mejillas, sus labios, su cabello y me perdí un poco en sus ojos.

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