Capítulo noventa y seis "¡Papá!"

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Un rato después recibimos un mensaje de Scott, por lo que Stiles, Melody y yo nos dirigimos a su casa de inmediato.

—como dije, le contamos a mi papá todo lo que podíamos —comentó Stiles mientras entrábamos.

—¿le dijeron algo de Liam? —nos volteó a ver, se notaba nervioso.

—apenas si nos dijiste algo de Liam —le recordé. —¿Qué hiciste con él?

—está arriba.

—¿Haciendo qué? —inquirió mi mellizo.

Nos paró antes de subir las escaleras —está acostado. Lo miramos sin comprender, nos hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiéramos arriba. Entramos a su habitación y el chico no estaba en su cama como dijo, nos llevó al baño y corrió la cortina de la ducha. Tenía a Liam amordazado y atado con cinta dentro, bastante asustado.

—¿A esto llamas estar acostado en tu cama? —alcé ambas cejas sorprendida, corrí la cortina y los voltee a ver indicándole qué saliéramos a hablar.

Dejé a la bebé en su cuna y me senté junto a Scott en la cama, quedó en medio de Stiles y de mí.

—lo mordiste —afirmó Stiles.

—sí

—y lo secuestraste —apunté.

—sí

—¿y lo trajiste aquí? —inquirimos al unísono.

—entre en pánico —explicó.

—si —comprendió mi mellizo.

—esto no va a terminar con nosotros enterrando pedazos de su cuerpo en el desierto ¿o sí? —pregunté con miedo, creo que Liam me oyó porque se desesperó.

—te recuerdo que es por esto que yo siempre hago los planes —habló Stiles —tus planes apestan.

—te amo Scott, pero él tiene razón.

—lo sé, por eso los llamé —nos miró. —¿Qué hacemos?

Stiles nos miró, ya tenía un plan. Ambos fueron por Liam y lo sentaron en una silla.

—Liam, vamos a quitarte la cinta de la boca —le explicó el castaño de lunares —si gritas volveremos a ponertela, si hablas en voz baja, no te la pondremos ¿entiendes? —él asintió. —bien —le quitó la cinta de un tirón. —ahora...

—está bien Liam, has visto muchas cosas muy confusas esta noche y van a ocurrir cosas más confusas debido a las cosas confusas que ya pasaron ¿Entiendes? —hablé

—no, en realidad.

—bien, muy bien —suspiré.

—tampoco yo —comentó Scott.

—si...creo que pasar demasiado tiempo con el sarcasmo andante, me ha afectado —admití mirando a mi hermano, quién si entendió lo que quise decir.

—¡oye! —se dirigió a su amigo —tal vez deberías decirle.

—¿Decirme qué?

—Liam, lo que te pasó, lo que te hice...lo tuve que hacer para salvarte —explicó —y eso te va a cambiar.

—a menos de que te mate —apuntó mi hermano.

—¡Stiles! —exclamé indignada

—no debí decir eso.

—¿Tú crees? —rodee los ojos.

—¿Qué? —comenzó a llorar.

—¿Está llorando?

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