Capítulo ciento treinta "No soy un ángel"

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Stiles cayó junto a mí en el suelo empapado, rodeándome con sus brazos con una fuerza desesperada. Su abrazo era cálido y reconfortante en medio del tormentoso caos que nos envolvía. Me aferré a él, mis lágrimas empapando su ropa mientras intentaba encontrar algún consuelo en su presencia.

-Lo siento, Han -dijo Stiles, su voz quebrada-. Lo siento mucho.

-No... no sé qué hacer -sollozaba, mi voz apenas audible entre la lluvia y mi propio dolor-. ¿Por qué está pasando esto? No puedo perder a Melody, no puedo.

Stiles apretó su abrazo, su pecho se movía con cada inhalación profunda, como si tratara de absorber parte de mi tristeza. Su apoyo era lo único que me mantenía a flote en ese mar de desesperación.-Vamos a encontrar una solución -dijo con firmeza, aunque la duda era evidente en sus ojos-. No podemos rendirnos. Tenemos que hacer algo.

Asentí, aunque la desesperanza seguía pesando sobre mí.Me levanté, sintiendo cómo el peso de la tristeza y la culpa se asentaba sobre mis hombros.

Stiles me miraba con una mezcla de preocupación y desespero.-¿Qué estás haciendo? -preguntó, deteniéndome en seco.

-Voy a despedirme de Melody -respondí, sin poder ocultar la angustia en mi voz.

Stiles dio un paso hacia mí, su expresión reflejando el dolor que sentía por mi situación.-No te des por vencida -me instó-. No dejes que esto te consuma.

-Perdí todo lo que amaba -dije, mi voz quebrándose-. ¿Qué más queda por hacer?

-A mí no me has perdido -dijo Stiles con firmeza-. Ni a papá.

-A ti no te he perdido, Stiles -le respondí, sintiendo que mi voz se desmoronaba-. Al final de la historia, solo seremos tú y yo. Papá tampoco nos creerá y...

-Conoces a papá -me interrumpió Stiles-. Sabes que no será así. Él siempre está ahí para nosotros, incluso cuando parece que todo está perdido.

Esta era mi condena, Stiles, y la aceptaría con resignación. No había más que hacer.

Fui a la casa de Scott, el camino parecía interminable. Al llegar, me detuve frente a la puerta y toqué con una mano temblorosa. Melissa abrió con una expresión de sorpresa que rápidamente se transformó en preocupación.

-¿Qué haces aquí, Hannah? -preguntó, su tono lleno de sorpresa y un atisbo de dolor. -creí que estabas con Scott.

Sus palabras fueron como cuchillos, cortando más profundo de lo que imaginé.-No, Melissa... Pasaron cosas y... Solo vengo a despedirme de Melody -respondí, tratando de mantener la compostura, pero mi voz temblaba.

Ella me miró con confusión.-¿Te irás a algún lado? -preguntó, sus ojos buscando respuestas.

-No -negué, el dolor en mi pecho haciéndome difícil respirar-. Solo le estoy entregando la completa tutela de mi hija a Scott.

Melissa frunció el ceño, su mirada era una mezcla de tristeza y preocupación.-¿Qué pasó, Hannah? -preguntó con un tono que reflejaba su instinto maternal.

Con una respiración temblorosa, empecé a relatar lo ocurrido.-Tuve un enfrentamiento con alguien... No era mi intención. Me dijo que no me quería cerca, incluso me llamó asesina. -Sollozando, le expliqué-. Melissa, te juro que fue un accidente, en defensa propia. No quería que esto pasara.

Melissa me abrazó con una calidez que me hizo sentir la falta de lo que había perdido. Sus palabras fueron un bálsamo para mi herido corazón.-Conociendo a mi hijo, sé que no soportará estar lejos de ti. Te va a perdonar, pero dale tiempo. A veces, el perdón lleva tiempo, pero el amor de una madre nunca se olvida -dijo, su voz reconfortante.

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