Capítulo ciento cinco "Visita inesperada"

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Los días fueron pasando, ya casi se hacía el mes de estar aquí. Por lo que sabía en Beacon Hills las cosas estaban avanzando así que, creo que cuando menos lo espere estaremos allí de nuevo, la verdad no podía esperar, extrañaba mucho a mi familia pero, sobre todo a Scott. Estar tan lejos de él se sentía como si me arrancaran algo del pecho, sentía su ausencia, era todo un martirio.

En cuanto a Aketecha pues, lo he visto un par de veces pero por suerte fueron encuentros normales y lo agradecía.
Melody había progresado en el colegio, ya tenía amigos, lo que agradecía mucho por lo feliz que la veía últimamente.

Era un día como cualquier otro, y estábamos preparando todo para ir al zoológico del Central Park. Había prometido a Melody que iríamos y, finalmente, había llegado el día.

Justo cuando estábamos a punto de salir, alguien tocó la puerta.—¿Quién será? —dije, frunciendo el ceño.

Abrí la puerta y me encontré con Andrew, su rostro serio y determinado.—Hannah, ya recuerdo todo —dijo, su voz cargada de emoción contenida. —¿o debería decirte, Tala?

Mi corazón se hundió. Sabía a qué se refería, y la situación podía volverse complicada muy rápido.

—Andrew, este no es el momento ni el lugar para esto —dije, tratando de mantener la calma.

—¿Cómo puedes decir eso? —respondió él, levantando la voz —Nosotros teníamos que estar juntos ¡nosotros! Se supone qué...

—¿Se supone qué? —lo interrumpí, sintiendo mi paciencia desvanecerse—. ¿Se supone que debería estar contigo? Andrew, eso nunca fue real.

Andrew me miró, herido. —¿Cómo puedes decir eso? Compartimos una vida pasada juntos. Éramos destinados.

—No, Andrew —dije con firmeza—. No éramos destinados. Esa vida ya no existe. Mi vida es aquí, ahora, con...—negué —eso era un arreglo, yo no te amaba en ese entonces y obviamente no lo hago ahora.

—¿Esto es por Tayen? ¡ni siquiera está aquí! —exclamó. —tu supuesto guardián, te dejó sola.

—no estoy sola —murmuré —así que te pido que...

En ese momento, Melody salió de su habitación, atraída por el alboroto.

—Mamá, ¿qué está pasando? —preguntó, su voz pequeña y asustada.

Andrew miró a Melody y luego a mí, con una mezcla de dolor y confusión en sus ojos.—Estás con él, otra vez —dijo, casi en un susurro.

Me coloqué frente a Melody, protegiéndola con mi cuerpo.

—Andrew, entiende esto de una vez por todas. En ninguna vida estaré contigo. Mi alma está unida a Tayen, y siempre será así.

—Pero... ¿qué tiene él que no tenga yo? —preguntó,  su voz temblando de desesperación.

—No se trata de lo que tiene o no tiene, Andrew. Se trata de amor verdadero, de una conexión que va más allá de esta vida o cualquier otra. Tayen es mi alma gemela, y siempre lo será —le respondí, tratando de hacerle entender la profundidad de mis sentimientos.

Andrew retrocedió, como si mis palabras lo hubieran golpeado físicamente. La realidad de la situación parecía hundirse en él.—Pero yo te amaba, Hannah. Y aún te amo —dijo, su voz quebrándose.

—Lo sé, y lo siento. Pero eso no cambia nada. No puedes obligar a alguien a amarte de la misma manera. Mi amor por Tayen es inquebrantable —le dije, mi voz suave pero firme.

—¿Y qué pasa con Narah? —preguntó Andrew, mirando a la niña—. ¿Ella no merece saber la verdad sobre su madre?

—Melody —resalté su nombre en esta vida —sabe todo lo que necesita saber. Sabe que tiene una madre que la ama y un padre que daría su vida por ella. Eso es lo único que importa —respondí, mi tono protector.Melody me agarró la mano con fuerza, y sentí su pequeña mano temblar. Sabía que estaba asustada, pero también sabía que tenía que ser fuerte por ella.—Es mejor que te vayas —dije con firmeza, mirándolo a los ojos—. No hay lugar para ti en nuestras vidas.

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