Capítulo ciento diecisiete "Confesión"

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El sol vespertino se filtraba por las cortinas cuando el doctor entró a la habitación. Scott estaba allí, como había prometido, su mano sosteniendo la mía.

El doctor entró con una sonrisa. —Buenos días, Hannah. ¿Lista para intentar caminar de nuevo?

Miré a Scott, quien me dio un aliento silencioso con su mirada. —Sí, estoy lista —respondí con determinación.

El castaño se acercó y me ayudó a sentarme en el borde de la cama. —Recuerda, no voy a dejar que te caigas,— me dijo suavemente.

Asentí, tomando su mano con fuerza. —Lo sé. Vamos a hacerlo.

Scott me levantó con cuidado, sosteniéndome firmemente mientras mis pies tocaban el suelo. Sentí un poco más de fuerza en mis piernas esta vez, y eso me dio ánimos. —Estoy aquí, Annieh. Vamos, un paso a la vez.

Con su apoyo, di un pequeño paso, luego otro. La sensación era extraña, pero me sentía más segura con cada movimiento.

—Lo estás haciendo genial —me animó.

Con cada paso, sentía más confianza. El dolor y el miedo empezaban a desvanecerse, reemplazados por una creciente sensación de logro. —Estoy caminando —dije, sin poder contener una sonrisa.

—Sí, lo estás haciendo —respondió Scott, su voz llena de orgullo.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, logré dar varios pasos por la habitación. Scott me abrazó con fuerza, su alegría irradiando de él. —Sabía que podías hacerlo.

—Gracias por no dejarme caer —le susurré, sintiendo una oleada de amor y gratitud.

—Siempre —respondió él, mirándome con una intensidad que me hizo sentir segura y amada.

Esa tarde, me di cuenta de que, con Scott a mi lado, no había nada que no pudiera superar. Estaba lista para enfrentar el mundo, un paso a la vez, con él a mi lado.

La espera por noticias se hizo interminable. Estaba ansiosa, casi desesperada por irme a casa. Odiaba los hospitales. Si había algo que me mantenía un poco tolerante hacia ellos, era el recuerdo de haber traído una vida a este mundo en uno de ellos.

De repente, la puerta se abrió de golpe y Stiles entró en la habitación con una enorme sonrisa en el rostro.

—¡Hannah, tienes el alta! —anunció con entusiasmo.

—¡Al fin! —exclamé, sintiendo una explosión de energía recorrer mi cuerpo. Sin pensarlo dos veces, salté de la cama.

—Hannah, espera —dijo Scott, su voz llena de preocupación mientras se apresuraba a sostenerme.

—Estoy bien, Scott, —le aseguré, aunque aprecié su apoyo. —Solo... quiero irme de aquí lo más pronto posible.

—Entiendo —respondió él, ayudándome a estabilizarme mientras me preparaba. —Pero ve con calma, ¿sí?

—No puedo esperar para salir de aquí, —le dije, con una sonrisa que reflejaba mi impaciencia. —Gracias por estar siempre a mi lado. —Sin poder resistirlo, me acerqué y lo besé en los labios. Fue un beso lleno de amor.

—¡Ewww! —exclamó Melody, tapándose los ojos con las manos.

Stiles hizo lo mismo, exagerando su disgusto. —¡Por favor, algunos de nosotros no queremos ver eso! —bromeó Stiles, fingiendo horror.

Me volteé y la saqué la lengua como si fuera una niña y él me devolvió el gesto —parecen unos niños —rió Scott.

Mientras tanto, mi papá, estaba en la recepción tramitando mi alta.

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